La multitud ruge sobre los charcos y el barro. Las cuadras que rodean a los Tribunales de Comodoro Py se estiran para que entren más y más almas. Son imágenes de cuerpos empapados, apretados, atentos a las palabras de Ella. Nadie arriesga números. Llega al escenario. Se espera que rompa el silencio que se impuso desde el 9 de diciembre.
Por Vanina Pasik y Carlos A. Villalba / Fotos: María Eugenia Olazábal
“¡Cristina, Cristina!”, aúllan las gargantas. Y empieza. “Estén todos tranquilos. Muy tranquilos. Me pueden citar 20 veces más, me pueden meter presa. Pero lo que no van a poder hacer es callarme y hacerme dejar de decir lo que pienso”. Ovación.
La presidenta sabe lo que va a decir. Lo dijo antes de salir de su casa, en el documento que presentaría ante ese juez que terminó ofreciéndole este regreso espectacular al centro de la escena política nacional. El diagnóstico fue contundente: “la historia se repite y el pasado vuelve a atrapar a los argentinos: endeudamiento, devaluación, despidos, persecuciones políticas, tarifazos en servicios públicos esenciales e indispensables, estampidas imparables de precios, comercios cerrados, industrias en crisis, censura y cercenamiento a la libertad de expresión, son sólo algunas de las calamidades que el nuevo Gobierno ha provocado en apenas 120 días”.
Y no solo tuvo críticas para compartir con el aplauso y las consignas de las decenas de miles que llegaron solos, de la mano de sus parejas, de sus hijos, con las decenas de miles de organizaciones políticas y sociales, de los intendentes, de sindicatos que se mueven por encima de las siglas de las centrales nacionales. Dibujó las primeras propuestas desde el llano, por ejemplo, la de construir un “frente ciudadano” que “defienda los derechos arrebatados”, sin sectarismos y por encima de las ideologías, en el que criterio para unirse y tirar juntos sea la respuesta a la pregunta “cómo te está yendo y cómo estabas antes del 10 de diciembre”.
Panameña, vida mía
Muchos le gritan “Jefa” y se relame cuando se refiere al escándalo mundial que encierra a Mauricio Macri como uno de los principales señalados por los medios de los países de todo el mundo por poseer cuentas offshore, escándalo que VaV tituló The Panamá Higienol. Cristina asegura que este escándalo trata “de ser ocultado, sin conseguirlo, con el remanido recurso de denuncias y despliegue de mediáticas acciones judiciales”.
El “plan de ajuste y miseria”, remarca, requiere de “la difamación y la calumnia” para ser implementado. En la calle, ya rebautizada Comodoro PRO por la multitud, desde el escenario montado de espaldas a los Tribunales Federales, les escupe en la cara que “de tanto buscar la ruta del dinero K habían encontrado la ruta del Dinero M”.
El rugido se convierte en movimiento, porque “El que no salta, tiene cuenta en Panamá” .
El tiro por la culata
Y gira, oradora como pocas en la Historia, propia e internacional, no va a dejar de aludir al motivo que la sacó de su lugar en el mundo. Fueron ellos los que “pusieron la fecha” a su retorno, como lo dijo desde sus mensajes de 140 caracteres, con la indagatoria dispuesta por Bonadío, en la causa por la implementación de la política monetaria por parte del Banco Central dedicada a la operación de venta de dólares a futuro por parte de Alejando Vanoli, una decisión de política económica, que el magistrado trata como si fuese un delito que, en realidad, no figura en ningún código.
Yendo de la biblioteca económica y las certezas legales a la inteligencia política, le recuerda al juez cuando el gobierno de Macri abandonó las políticas de su equipo se produjeron tantos desastres como nunca se vieron en “solo 120 días”. Con la bocha servida por sus acusadores, no se privó de recordar que “que el actual Presidente del B.C.R.A. tiene procesamiento firme por delitos económicos con motivo, nada más ni nada menos, que en la ‘operación’ de endeudamiento conocida como Megacanje”.
El Partido Judicial Restaurador
La ciudadana Cristina Fernández de Kirchner niega que las acciones del juez Claudio Bonadío constituyan un ataque contra una persona, contra un individuo. Convoca a reflexionar juntos, a pensar la Historia. “Cada vez que un movimiento político de carácter Nacional y Popular fue derrocado o finalizó su mandato, las autoridades que lo sucedieron utilizaron en forma sistemática la descalificación de sus dirigentes, atribuyéndoles la comisión de graves delitos, siempre vinculados con abusos de poder, corrupción generalizada y bienes mal habidos”, comienza y aclara que lo hacen con el objetivo de “barrer con las conquistas logradas y los derechos adquiridos por la sociedad en sus diferentes estamentos y actividades; por el otro, imponer programas de ‘ajuste’ y endeudamiento -matrimonio indisoluble- utilizando la supuesta corrupción para ocultar ambos objetivos”. Así comienza el escrito que presentó por derecho propio, que publicó en las redes sociales minutos antes de entregarlo en la Secretaría 22 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 11.
Con esa lógica, el primer ex presidente que debió enfrentar a un juez fue Hipólito Yrigoyen, derrocado en 1939 por el primer Golpe de Estado, para ser luego encarcelado en la Isla Martín García –dos veces–, mientras la Década Infame arrancaba su tarea de destrucción de lo logrado por el pueblo con las políticas del primer radicalismo.
Desnuda la finalidad política de las demandas judiciales cuando se detiene en las maniobras sufridas por el mismísimo General Juan Domingo Perón, a quien le iniciaron una causa por “bienes malhabidos”. El Procurador General confesó ante la Corte Suprema Justicia de la Nación, el 21 de junio de 1957, que no se juzgaba a un acto concreto, sino que se juzgaba al líder de un movimiento político que desestabilizó el orden oligárquico, porque “ antes de la revolución de septiembre de 1955 el país se hallaba sometido a un gobierno despótico, y en un estado de caos y corrupción administrativa, debido a la acción directa de las personas comprendidas en el decreto ley 5.148/55 y, en especial, a la del recurrente en esa causa”.
La clase de Historia Política presentada en sede judicial, llegó al capítulo de la dictadura cívico militar de 1976, que mantuvo el patrón de los viejos restauradores. “El 21 de octubre de 1977, en el ámbito del Ministerio del Interior, se creó la tristemente célebre Comisión Nacional de Responsabilidad Patrimonial (CONAREPA) que incautó no sólo propiedades y bienes correspondientes a la funcionarios del gobierno derrocado, sino también a empresarios, dirigentes políticos y sindicales, todos ellos detenidos exclusivamente por motivos políticos. Eso si, bajo la pátina, siempre conveniente y mediática, de lucha contra la corrupción”.
La lección escrita incluía el trabajo práctico en la puerta del juzgado y frente al pueblo. Con el dedo admonitorio, recordó que nada de todo eso hubiese podido suceder sin la complicidad de la Justicia. Y para no quedarse solo en Historia Antigua, recordó que en ese edificio están las cajas que contienen la causa “Papel Prensa”, con las pruebas de la venta, fraudulenta y bajo tortura, a Clarín, La Nación y La Razón, el primer movimiento en la construcción del Imperio Magnetto.
Con dos pinceladas, Cristina mostraba el proceso de persecución desatado desde el 10 de diciembre, tan filoso que, “Si pudieran borrar la letra K del abecedario, lo harían“.
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