Desde aquel telefonazo del flaco en el 2003, preguntándole si se animaba a semejante responsabilidad, hasta el 10 de Diciembre del 2015, afrontó el desafío de llevar adelante el Ministerio más importante para cualquier gobierno peronista: Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Especialista en relaciones de trabajo y negociaciones colectivas. No desconoce el escenario actual pero su optimismo contagia. Carlos Tomada, un militante porteño, habla con todos y se toma el tiempo suficiente para explicar lo que haga falta. Incluso para hacer autocrítica y pensar en qué debemos profundizar cuando volvamos.
Por Juan Esteban Kirchner / Fotos: Gabriela Manzo
A la hora pautada se asomó por uno de los pasillos de la Legislatura Porteña. Paso firme y pensante. Mirada directa y concreta. En su despacho un montón de hojas que parecen importantes lo esperan. Ya estamos dentro de su rutina. Firma, lee y vuelve a firmar. Consulta y conversa con su equipo, siempre lapicera en mano. Una mesa de reuniones nos espera “o donde ustedes se sientan más cómodos. Me gusta hablar entre compañeros…”, dice el actual Legislador y Presidente del interbloque del FPV de la ciudad de Bs.As. No se le escapa un solo detalle, quiere saber de nosotros… porqué lo entrevistamos y cómo nació VaV. El respeto mutuo ya es un hecho. ¡A trabajar pues!
Es inevitable, tanto para él como para nosotros, abordar la cuestión laboral a partir del “pliego de condiciones” que expresara el diario La Nación en la editorial del martes 26 de Julio.
– La primera reacción que tuve cuando leí la editorial fue una mezcla de aburrimiento e indignación. ¿Otra vez sopa? ¿Cómo es que se está volviendo a discutir un tema que debería estar clausurado? No se les cae una idea y repiten lo mismo que ha sostenido siempre la derecha. Uno espera un planteo un poco más novedoso. Pero no, dicen lo mismo. Por eso el aburrimiento. Pero también lo que ocurre es que los 10 mandamientos que establece la tribuna de doctrina en esas líneas ya se pusieron en marcha en nuestro país y fracasaron. Esa editorial tiene un nivel muy alto de cinismo e hipocresía y ahí es donde uno se indigna.
¿Por qué tenemos que empezar a discutir otra vez el fracaso? Ellos son el fracaso. Nuestro proyecto dio respuestas, dio resultados y está dispuesto a dar nuevas respuestas y nuevos resultado. Pero ellos vuelven a tomar el gobierno y dicen exactamente lo mismo. Son gobierno devuelta y vuelven a decir lo mismo.
No estoy muy seguro de cómo es esta historia: no sé si esa editorial es el pensamiento profundo de Macri, que cada tanto emerge y lo sobreinterpretan algunos escribas, o es el pliego de condiciones que la derecha le pone arriba de la mesa a Macri y le dicen: ‘es por acá hermano’.
– Como hicieron con Néstor…
– Como quisieron hacer con Néstor. Tiendo más a creer que es un pliego de condiciones. La Nación le pone el tema por delante y lo quiere forzar a una definición que el Gobierno, a mi me parece, todavía no quisiera. Se le escapa cada tanto a Macri, es cierto, pero no es algo explícito.
Hay otra interesante mirá, maravillosa: ‘Debe eliminarse la obligatoriedad de la homologación de la autoridad administrativa, que lejos de ser un control eficaz, a menudo se constituyó en un obstáculo para los contenidos que se pretendían incorporar entre las partes signatarias’. Eso quiere decir que si mañana, por la relación de fuerzas, en algún acuerdo la patronal, como pasó en los 90, logra que se bajen los derechos de los trabajadores por debajo de la Ley del Contrato de Trabajo (que es el piso mínimo de la legislación) el Ministerio de Trabajo no puede decir nada. No puede objetar que se convierta en algo ilegal porque al estar por debajo de la Ley de Contrato de Trabajo, que es la regla general de los trabajadores, el Ministerio de Trabajo no se puede meter y debe aceptar ese acuerdo de rebaja de derechos por abajo del piso mínimo de todos los trabajadores de la argentina.
Ayer, en un programa de tv, dije que este era un planteo que pretendía llevar a la Argentina y al mundo laboral al pre-peronismo, a los años 40. Pero hoy me convencieron de que en realidad lo que se está pretendiendo es volver a la Argentina pre-voto universal. Los primeros años del SXX. Antes de la huelga, antes del sindicato, antes de las leyes laborales.
Creo que los que mandan en la Argentina, no Macri, están pretendiendo generar condiciones que no puedan ser modificadas y que retrocedamos a ese tiempo donde los que decidían los aumentos salariales eran los empresarios. Y creo que ese es un retroceso inviable.
La Argentina no va a retroceder a esos niveles. Los trabajadores argentinos, las organizaciones sindicales argentinas, la experiencia política y social de argentina no va a retroceder. Nosotros no vamos a comer arroz.
Quizás no sea la mejor comparación, pero me pregunto: ¿Esto es igual que los 90? El pueblo argentino viene de 12 años de recuperación de derechos. No venimos de la hiperinflación ni de la hiperdesocupación. Aquello nos paralizó y permitió que el menemismo avance sin ningún tipo de obstáculos. La Argentina que recibe Macri es una Argentina con niveles de actividad aceptables, con niveles de empleos aceptables y con 12 años de recuperación y ampliación de derechos, además de la experiencia histórica de haber vivido los 90 y la explosión del 19 y 20 de diciembre. Creo, entonces, que en el estado actual de conciencia de la clase trabajadora este tipo de programas que plantea un periódico como La Nación no pasa.
– ¿Vinieron muy rápido?
– Comparto en la rapidez… no en la dirección. La dirección la sabíamos, la anunciamos todos. La rapidez y algunas profundizaciones fueron superiores a lo que uno podía pensar. Han pasado sólo siete meses… no va a ser fácil recomponer esto, es cierto. Estamos frente a una fuerza que no viene a producir un cambio en la administración. Viene a producir un cambio de régimen. Hoy hay un régimen distinto que significa un giro de 180 grados con relación a la dirección en la que iba Argentina en todos los terrenos, no sólo en el campo laboral.
El mundo financiero que se impone a lo largo y a lo ancho del mundo, fijando las reglas de la economía y la política, encuentra en el trabajo a su contradicción principal. El trabajo estable, con reglas, protegido y registrado es un contradictor natural de un mundo financiero que lo que quiere es que no haya reglas, que todo sea va y viene ¿Por qué voy a tener límites contratando un trabajador pagándole vacaciones y una indemnización si lo despido? No, el mundo de las finanzas es toco y me voy. El trabajo como un derecho molesta, perturba, pone obstáculos. El trabajo registrado, un salario y un sindicalismo creciente: esos tres objetivos son los enemigos de este gobierno. ‘En su justa medida y armoniosamente’. Ellos tienen preparado una estrategia de profundización para después del 2017. Los editoriales de La Nación están creando el escenario para después del 2017, no para ahora.
NO BAJAR LOS BRAZOS
Ante cada pregunta se incorpora nuevamente. Encuentra la posición más cómoda. Su reflejo en la mesa se inmoviliza. Escucha, piensa y reflexiona. Respira profundo.
– Durante los despidos muchos trabajadores nos sentimos desprotegidos por algunas organizaciones gremiales ¿Qué papel deberían de jugar los sindicatos de aquí en adelante?
– No va a haber ningún otro sector que tenga la capacidad y el impacto en la sociedad argentina que tiene el movimiento obrero en su más extensa y máxima expresión. En ese sentido, y como concepto, es que creo que la agenda social va a marcar la agenda política. En términos prácticos hay varias alternativas. Alguien puede decir que muchos trabajadores se han sentidos desamparados, es cierto. Pero otro puede mirar el tema desde otro lugar y decir: ‘en uno de los momentos de mayor ofensiva de la derecha en Argentina, como fueron estos últimos seis meses (porque fueron seis meses terribles: hasta el propio Presidente de la Nación dijo que no se podían aumentar los salarios más del 20-25%), la respuesta de los sindicatos fue firmar convenios entre el 30 y el 35 %’. Le dijeron al Presidente de la Nación que no les importaba lo que él decía, que iban a firmar lo más que pudieran en sus negociaciones con los empresarios y que no iban a hacer caso a ninguna directiva de ningún Presidente y ningún Ministro.
Hoy el promedio de la negociación de los convenios colectivos anuales es entre el 30 y el 35%. Hay un 10% de diferencia de lo que deseaba, y hubiera puesto en un Decreto, el Presidente de la Nación. Todavía hay un grupo pendiente que han firmado por seis meses alrededor del 22% y firmarán más adelante por un 15%. Se pierde salario, es cierto. Pero estamos hablando de controlar el daño de la ofensiva más tremenda de la derecha en nuestro país.
Es cierto que se podía haber hecho más. A mí me hubiera gustado que se hubiese movilizado en respuesta al veto de Mauricio Macri a los despidos. Pero también es cierto que él se vio obligado a vetar la ley como producto de una ley que los sindicatos fueron a pedir al Parlamento, la defendieron en la calle con una movilización como pocas y después lograron sumar todos los votos de la oposición… si no computamos esas pequeñas batallas que se logran en esa lucha vamos a bajar los brazos antes de tiempo.
No tenemos que ponernos en situación de derrota. Perdimos las elecciones, perdió el movimiento nacional y popular… pero desde los trabajadores, desde los ciudadanos, desde el pueblo, en siete meses de gobierno, hemos hecho siete movilizaciones impresionantes y eso me da optimismo. Y no es un optimismo cortito o a mediano plazo. Tenemos mucho por delante. Pero el movimiento nacional y popular perdió las elecciones y debemos hacernos cargo.
PERONISTA DE PURA CEPA
“Hace muy poco fue el aniversario de la muerte de Evita. Lo que ella significó, en su contexto, lo que el peronismo significó, en aquel momento, era justamente la transgresión del mundo que venía dado como tal. El peronismo significó la defensa y la recuperación de derechos con una gran presencia y rol del Estado. Eso está fuera de discusión. Luego podemos decir que hubo traiciones, claudicaciones, olvidos de principios, fortalecimiento de instituciones que generó lentitud en algunas profundizaciones, etc… todo eso también se le puede adjudicar al peronismo (como así también a los partidos socialdemócratas de Europa o las distintas izquierdas del mundo desarrollado o de los países emergentes).
Me parece que cada día está quedando más claro que hay dos opciones, dos argentinas posibles y que muchas veces algunas discusiones hasta no tienen sentido. Hay un mundo y una Argentina que quieren algunos y una Argentina y un mundo que queremos nosotros y no son compatibles. Podemos convivir, pero no son compatibles. ¿A dónde puede concluir una discusión mía con el tipo que escribió la editorial de La Nación que hablábamos hoy? ¿Dónde concluye? En nada. Ellos quieren eso, nosotros otra cosa.
Lo único que le puedo decir al autor es que si fue un mensaje para Macri avísenle que eso termina en el 19 y 20 de diciembre otra vez. Y no porque lo desee… pero insistir en ese camino, volver otra vez en esa idea, es siniestro”.
– ¿Con aquél que desea esa Argentina no hay puente posible?
– Como diría el filósofo: ‘Entre ellos y yo hay algo personal’. Ellos también, incluso, deben saber en lo más profundo, que es difícil lo que plantean. Es difícil hacer retroceder la historia del mundo 100 años.
Desde su despacho se observan la Casa de Gobierno y a la pirámide de Mayo, son la distracción obligada cada vez que conversamos sobre el poder.
– Claramente para usted hay un Ellos y un Nosotros. ¿Podemos hablar, en términos de Arturo Jauretche, de unitarismo-federalismo o civilizados y bárbaros?
– Creo que la idea de un Ellos y un Nosotros en la Argentina está en la base de la Primera Junta… Qué simbólico, aquí, abajo nuestro. Ahí ya había dos miradas de la Argentina. En El Burgués Maldito, de María Seoane, llegás a la conclusión de que la disputa es siempre la misma: la Argentina agroexportadora, dependiente y para pocos produciendo sólo granos y carnes. Esa es una Argentina que saluda a los poderes internacionales. Y hay otra Argentina que plantea el desarrollo de su industria, la necesidad de que el empleo, el salario y el consumo sean el motor del país. Una Argentina con todos adentro defendiendo su producción local que busca una inserción multilateral. Subsiste entonces, hasta el día de hoy, esa disputa entre esas dos argentinas.
Las grietas se producen cuando el que gobierna transgrede las reglas. Cuando el que gobierna sostiene las reglas no hay grieta porque son mayoría de poder económico, de poder mediático y a veces mayoría de poder de votos, como ahora… por lo tanto el barco va en la dirección del viento. Claro, con el viento de cola está fenómeno. Ser Ministro de Trabajo en esas condiciones es muy sencillo. Desarrollar políticas que van a favor de los vientos económicos dominantes es más fácil: siempre te reciben bien en todos lados, siempre estás diciendo lo que quieren escuchar, etc.
No siempre los que integran cada uno de esas argentinas son los mismo, y esto es lo bueno para nosotros. Creo que, kirchnerismo mediante, ha habido una ampliación de los sectores nacionales y populares, una posibilidad de encuentro entre el peronismo y sectores políticos que vienen de otras tradiciones políticas, otras prácticas, de otras formaciones ideológicas pero que forman parte, sin lugar a dudas, del movimiento nacional y popular y sin lugar a dudas, también, comparten esta mirada de la Argentina. Y, entre otros, ese es mérito a destacar.
DESAFÍOS
Sea un funcionario, un artista, un intelectual o bien un simple trabajador, todos, pero absolutamente todos los seres de este mundo, nos ponemos los pantalones primero en una pierna. Nos levantamos pensando en qué será del día y lo desafiamos. Carlos Tomada no es la excepción y también tenía sus desafíos diarios más allá de la política a mediano y largo plazo por cumplir.
– Nuestro desafío diario fue sostener el trabajo. Lo dijo Cristina en septiembre 2008: ‘Esta crisis (en relación a la crisis económica mundial) no la van a pagar el trabajo ni los trabajadores’. Mi desafío era todos los días, todos los días. Nosotros defendimos el trabajo a pesar de que la regla fácil e histórica era atender la crisis con la profundización de la propia crisis mediante del ajuste. No hicimos eso. ¿Cometimos otros errores? ¿El haber tomado otro camino nos privó de haber tomado caminos más simples? Sí… a otro costo. Imagino que hubiéramos podido salir de la crisis con remedios de la ortodoxia en el corto plazo, en lo inmediato. Ahora bien, el costo que hubiésemos pagado es el que está dispuesto a pagar este actual Gobierno que nosotros no estábamos dispuestos: tener 160 mil despidos en solo seis meses.
Nosotros en el momento más profundo de la crisis mundial, en el 2009, pusimos en marcha el REPRO (Programa de Recuperación Productiva) y salvamos 150 mil puestos de trabajo de privados. Una acción que hizo que la pérdida de puestos de trabajo (que los hubo) no fuera superior y por lo tanto al año siguiente nos pudiéramos recuperar. En el 2011 habíamos recuperado todos los puestos de trabajo que se habían perdido. Eso está en los manuales, en los libros, en los gráficos. Es un documento histórico.
Nuestro gobierno tuvo distintos desafíos en distintos momentos. Hubo una etapa clara donde el desafío fue pasar de los planes sociales (como el de Jefes y Jefas de Hogar, que se puso en marcha en el 2002) a trabajo registrado. Eso fue la primera etapa: crear trabajo, comenzar con la acción de capacitación y formación a gente que estaba desocupada hacía años. Recuperamos gente que tenía seis años de no ejercer un oficio ni saber a qué hora se tenía que levantar para ir al laburo. Esa enorme tarea fue el primer desafío.
El segundo desafío fue enfrentar la crisis del 2009 en un mundo que empieza a derrumbarse en lo que se dio a conocer como la “gran crisis” y cuyos efectos empezó a sentir la Argentina en términos de empleos. En esa etapa el desafío fue ver cómo sosteníamos una caída que venía muy fuerte. En cualquier otro momento de la Argentina la crisis del 2009 hubiera significado un incremento de la desocupación de 5 o 6 puntos y nosotros mantuvimos, ni siquiera retrocedimos.
Los años siguientes (ya podemos pensar en la tercera etapa), ya con el mundo entrando en una crisis más grande, con Brasil afectando y nosotros tomando decisiones que no eran justamente las más cómodas sino que nos llevaban a confrontar con muchos sectores, defendimos al empleo y al salario. Quiero decir: si nosotros no hubiéramos puesto en marcha las negociaciones colectivas y hubiéramos dejado que los salarios se fijaran por Decreto el Gobierno, cuando tiene problemas, te firma el 10… y listo.
Cuando no hay paritarias el único camino que hay es que el Gobierno fije por Decreto o que la patronal lo de cuando se le dé la gana. Nosotros teníamos la negociación colectiva y eso nos permitió enfrentar la crisis sosteniendo el salario a través de las paritarias. Eso fue muy importante. Como también fue importante recuperar la institución de la inspección del trabajo.
TRABAJO (R) REGISTRADO
– Hay una cuestión, un reclamo, que debe conocer muy bien. Tiene que ver con los llamados “contratos basura”. ¿Ese tipo de contratos no hizo posible que a un determinado sector laboral se lo asemeje a un castillo de naipes? Lo que, en definitiva, le permitió al macrismo derribar muchos puestos de trabajo de un día para el otro.
– ¿Tenés el grabador prendido? Porque lo quiero dejar en claro, es un tema importante (se toma su tiempo, agarra la lapicera y un papel para graficar mejor la respuesta). Cuando nosotros llegamos se había venido conformando un estado paralelo de planta permanente que era cada vez más residual a medida que los trabajadores se iban jubilando. Y por otro lado había una enorme masa de trabajadores estatales contratados con distintas formas de contratos sin derechos. Aquellos trabajadores de planta permanente están amparados por la Ley de Empleo Público y el resto estaban afuera, donde se incluye al monotributista. No tenían vacaciones pagas, licencias, obra social ni jubilación.
¿Qué es lo que hacemos nosotros? Cambiamos ese escenario, pero aclaro: no lo cambiamos ni los suficientemente rápido, ni lo suficientemente profundo como lo deberíamos haber hecho. Si una autocrítica nos podemos formular lo haría por ahí.
Volviendo a aquel escenario: la primera diferencia que hay es que nosotros pasamos de este conjunto de contratos sin derechos a poner a la mayoría de los trabajadores en un sistema dentro de la Ley de Empleo Público, contratos que sí les daban derecho. No estaban ni afuera ni adentro. Pero esos trabajadores tenían todos los derechos, los mismos que cualquier trabajador, salvo uno: la estabilidad.
Me resulta complejo argumentar porqué se dio de esta manera, quizás hay más de 20 explicaciones. Lo cierto es que avanzamos muchísimo en otorgar derechos a miles y miles de trabajadores públicos que no lo tenían y es igualmente cierto de que no les dimos el derecho que necesitaban para que esto no se cayera como un castillo de naipes.
En el último año se inició un proceso de concursos acelerados que podría haber dado sus frutos. En algunos se fue dando, pero era lo que deberíamos de haber hecho cuatro o cinco años atrás que es, en concreto, regularizar a todos esos trabajadores.
Me cuesta mucho decir esto, no creas que me es fácil, ni en lo personal siquiera porque me pasó una cosa muy curiosa. Nuestro Ministerio fue el que más regularizó a sus trabajadores, que más trabajadores puso en los contratos, que más trabajadores pasó a planta permanente. Me lo tomé como un objetivo desde el primer día. Quiero mucho al Ministerio de Trabajo, lo quiero desde antes de haber sido Ministro y tengo un compromiso con los trabajadores de allí que me ha sido devuelto con un gran afecto el día que me fui: nos fuimos aplaudidos por todos los pisos del Ministerio. Sin embargo, a pesar de todo eso que hicimos, por cuestiones de política interna, quedamos como un Ministerio que no respetaba las reglas. Lamentablemente el Estado quedó en deuda, nuestro gobierno quedó en deuda. No hay ninguna buena razón para que esto se haya desenvuelto de la manera en que se desenvolvió. Y ese desafío formará parte, seguramente, de las cosas que haremos mejor cuando volvamos.
VOLVER PARA MEJORAR Y PROFUNDIZAR
“Está claro que nosotros vamos a volver. Vamos a volver para ser mejores. Y cuando digo volver para ser mejores significa consolidar lo que hicimos. No tenemos que permitir el retroceso, que es lo que siempre busca la derecha después de los gobiernos populares. Debemos consolidar los avances y profundizar. No tengo ninguna duda de que vamos a volver, vamos a profundizar y que alguna de la tarea inconclusa o que no hicimos bien la vamos a hacer mejor”.
– ¿Será que tenemos que construir la tercer casa de los chanchitos? La primera fue de paja, la segunda de madera… ¿Será que la próxima debe ser de cemento?
– El lobo sopla siempre. Ojo que el lobo es permanente en la historia. Seguramente aparecerá una tercera etapa que nos permita mejorar. Ahí tenemos la posibilidad… Nosotros vamos a volver para ser mejores, pero ahora es responsabilidad de ustedes. Nosotros vamos a acompañar. No tengan dudas. Estaremos atrás ayudando con lo que sea. Pero cuando volvamos serán ustedes los que construyan la casa de ladrillos… contarán con todo nuestro apoyo.
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AGUSTÍN ROSSI / GUILLERMO MORENO / GABRIEL MARIOTTO / MARIANO RECALDE
Excelente Carlos Tomada, la autocrítica es muy positiva sobre todo porque abre los ojos para estar mas atentos cuando llegue el momento de recuperar lo perdido.
Un tipo de bajo perfil pero alta cabeza.
Gracias
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