Cuando el Senado apruebe la derogación de la Ley Cerrojo la Argentina podrá ocupar el lugar que las potencias le quieren dar en el Mundo. Será miopía o interés, pero la fórmula de emitir deuda, para pagar a los buitres y seguir endeudándose, es justificada con todo un arsenal de símbolos y muy pocos argumentos.
Por Vanina Pasik
No se trata de hacer leña del árbol caído. Pero es imposible pasar por alto las palabras de Miguel Pichetto, jefe de la bancada del FPV en la Cámara Alta. “Néstor Kirchner hubiera pagado a los buitres”, tiró, como si el ex presidente no hubiera negociado con los acreedores para iniciar un ciclo de desendeudamiento que otorgara mayores niveles de autonomía para definir los números locales. Dicen que el problema es el déficit de las cuentas nacionales. Sin embargo, Estados Unidos arrastra un déficit del 4,11% de su PBI y su deuda pública alcanza los 18 billones de dólares.
En esta dictadura financiera, las calificadoras de riesgo se horrorizan porque la deuda mexicana representa el 46% de su PBI, mientras que los últimos datos respecto de la versión más civilizada del mismo problema, las cuentas estadounidenses, muestran una marca superior al 104%. En la ortodoxia de los Chicago Boys no hay parámetros puros, todo es relativo. Y los indicadores sociales no tienen peso alguno.
Los mercados no entienden de derechos ni de igualdad. Así, cuando Mauricio Macri -con la libretita del mejor alumno en la mano- se aprontaba a pargarle el 14 de abril a los acreedores que no se incluyeron en los canjes de 2005 y 2010, le llegó una mala noticia desde el despacho de un juez municipal de Nueva York.
Thomas Griesa fijó una nueva audiencia, para un día antes, para levantar embargos a la Argentina, ya que considera que no podrá pagar. Los acreedores NML, Aurelius Capital, Blue Angel y Olifant, principales holdouts en conflicto con el país, sostuvieron que quieren cobrar los 4.653 millones de dólares acordados, en la fecha pautada.
Mientras tanto el Gobierno decidió cambiar de bufete de abogados. Desde 2002 Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton LLP llevaron adelante los canjes que incluyeron a casi el 93% de los tenedores de bonos, que habían sido comprados a precio vil, por encontrarse la Argentina sumida en la peor de sus crisis, tras los intentos de salvataje del Fondo Monetario y sus secuaces locales, en las operaciones de Megacanje y Blindaje, durante el corto y sangriento gobierno de Fernando de la Rúa.
Para cambiarlo todo, desde la Rosada prefirieron contratar a Cravath, Swaine & Moore LLP, con oficinas en NY y Londres, para darse “una nueva estrategia legal integral que englobe no sólo los litigios actualmente en trámite en diversas jurisdicciones, sino también a las negociaciones con los tenedores de bonos en ‘default’”. La firma suele representar a los bancos de Wall Street y fue elegida porque según las revistas que elaboran los rankings jurídicos lidera los asuntos de litigios, asuntos financieros y mercados de capitales.
El anterior estudio a cargo del litigio, había sido descalificado por el diario El Cronista como los “espanta buitres”, y había acompañado los procesos de reestructuración de deuda de la Argentina, Irak y Grecia.
Cuentas locales
La agencia oficial Télam estima que hoy se aprobará “el proyecto de normalización de deuda” con dos tercios de los senadores. Se derogarán las leyes de Cerrojo y de Pago soberano, y se autorizará la emisión de deuda por 12.500 millones de dólares. Entran en la cuenta los 15 legisladores de Cambiemos, el peronismo disidente y algunos partidos provinciales suman 11 y 8 que ingresaron por el FPV de Misiones, Santiago del Estero y Entre Ríos, que se sumaron a la línea de Pichetto.
El purismo nunca caracterizó al Frente para la Victoria. Muchos de los dirigentes que lo integraron apoyaron políticas oficialistas por conveniencias coyunturales, y hoy están dispuestos a medir riesgos con los nuevos patrones. Así, las promesas de que las provincias podrán obtener dólares para realizar obras son suficientes para hacerlos elevar sus manos.
Por el lado de los leales se encuentran el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, Juan Manuel Abal Medina y el de la Comisión de Economía Nacional, Eduardo Aguilar, las “ultra kirchneristas” Virgina García, Anabel Fernández Sagasti y María Ester Labado, el neuquino Marcelo Fuentes, y los senadores sanjuaninos Ruperto Godoy y Marina Riofrío.
Promesas
“El mundo nos está abriendo las manos y nos invita a trabajar juntos”, anunció ayer Macri, al prometer que duplicará las autopistas en los próximos 4 años, y explicó que apuesta a que crezca la industrialización de alimentos, para sumar valor agregado y empleo a las materias primas agropecuarias que ya se exportan.
En el paquete del ingreso al mundo también está previsto que el Fondo Monetario Internacional revise los presupuestos que el legislativo apruebe. El objetivo declarado es “normalizar el intercambio informativo” que no se realiza desde 2006. La promesa es que este gesto permitirá acceder a fondos de los organismos internacionales de crédito y mejorar las calificaciones de las agencias.
Gracias a la mala prensa que tiene la relación Argentina-FMI este año no se tomaría (aún) crédito de este organismo, pero desde Hacienda se esmeran para fijar la idea de que “el Fondo ha cambiado mucho conceptualmente en relación a su tradición de recetar solo políticas de ajuste”.
Sin embargo, presidenta del organismo, Christine Lagarde, sigue cuestionando que durante el ciclo kirchnerista “se incrementó el gasto público para apuntalar la demanda interna, y el banco central pasó a ser la principal fuente de financiamiento del déficit fiscal”. Es decir: si el déficit sirve para pagar intereses de deuda es bueno, está permitido; pero si el déficit es el peor de los males de un país cuando sirve para sostener políticas sociales, educación y salud públicas, por ejemplo.
La cultura del país endeudado
Este modelo de supremacía de las corporaciones estalló en Europa en 2008. Desde entonces, la Unión Europea ha aumentados su gasto público. Sin embargo, las reducciones en las carteras de infraestructura, educación y reducción del daño ambiental no son suficientes para compensar las partidas destinadas a pensiones, desempleo o intereses de deuda. El modelo sigue siendo deficitario.
La larga historia de Estados benefactores y sus economías nutridas por los recursos del conjunto de las naciones dependientes ponen un límite al empobrecimiento de las condiciones de vida de los pueblos de las naciones centrales. No es el caso argentino.
Los despidos generados por la apertura de las importaciones o por la filosofía del achicamiento del Estado configuran un nuevo punto de partida. El ejército de reserva permite aliviar a las grandes compañías de las presiones sindicales. Los aumentos de tarifas de servicios públicos y de transporte generarán reacciones en cadena reduciendo mes a mes los niveles de consumo. Las promesas son que las inversiones externas que llegarán en el segundo semestre nos curarán de todos los males.
La maquinaria cultural que enaltece al modo de vida americano se encuentra hoy al servicio de la apertura de un nuevo ciclo de deuda. No hay inyecciones contra este pensamiento del medio pelo. Ya había dicho Don Arturo Jauretche que el gran problema argentino “es el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico”.
En ese gran problema se sostienen los (falsos) razonamientos que esgrime el gobierno. El mundo no nos invita a tener una casa en los suburbios, como muestran las películas. El mundo, una vez más, nos invita a comprar espejitos de colores, a debilitar nuestro estado, a participar de esa división internacional del trabajo que nos condena a producir materias primas; ese mundo nos incita a profundizar las desigualdades sociales, resignando trabajo y producción nacional por un puntitos más en la tasa de ganancias, por unos puntitos más en algún ranking de una financiera.