(Por Laila Toum*) Falsas promesas, recortes, tomas, luchas y empoderamiento. Una crónica necesaria para comprender la importancia de la ciencia y la tecnología en nuestro país de cara a las elecciones legislativas.
El conflicto de los 500
Hace más de siete meses que se produjo la toma del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT) debido a la decisión del organismo de no hacer efectivo el ingreso a la Carrera de Investigador Científico (CIC) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) a más de 500 doctores que habían sido recomendados para su ingreso efectivo. El CONICET es la institución de ciencia y técnica más importante del país que nuclea a aproximadamente 30 mil personas entre investigadores, personal de apoyo y becarios.
El resultado de aquellas jornadas de lucha, llevadas adelante por las distintas organizaciones del sector de Ciencia y Tecnología, fue la firma de un acta-acuerdo que impedía por el término de un año (hasta el 31 de diciembre de 2017) que esos más de 500 compañeros investigadores fueran desvinculados de CONICET. Asimismo, dicha acta establecía otros puntos importantes: la garantía por parte de las autoridades del MINCYT y CONICET de que los investigadores excluidos injustamente debían tener la misma estabilidad laboral que los investigadores activos; la reubicación de dichos compañeros debía producirse de modo tal que sus planes de trabajo aprobados fueran respetados y se establecía, también, la creación de una mesa de negociación mixta entre las autoridades de MINCYT y CONICET y las agrupaciones y gremios que desarrollaron la toma pacífica del Ministerio.
Esa comisión mixta de seguimiento tuvo tres reuniones en lo que va de 2017, la última el 11 de mayo pasado. Todas fueron infructuosas. Las autoridades del MINCYT y del CONICET no realizaron ninguna propuesta concreta para el destino de los 500 científicos que quedaron fuera del organismo. Más aún, explicitaron que el Gobierno Nacional tiene la decisión política de reducir drásticamente la cantidad de investigadores en CONICET, interrumpiendo el crecimiento sostenido del número de investigadores de nuestro país (el cual había comenzado en el año 2003 y continuó hasta fines de 2015).
La propuesta de este último encuentro, como había trascendido previamente por los medios de comunicación nacionales, fue la creación de cargos de Jefe de Trabajos Prácticos en Universidades Nacionales, para los 500 científicos, en el marco del rimbombante “Plan de Fortalecimiento de la Investigación en las Universidades Nacionales”. Además de que los mecanismos para lograrlo no son claros, esta “solución” implica un sueldo entre un 30% y un 40% menor que aquel que percibiría un investigador recién ingresado a la carrera de investigador de CONICET, la total falta de estabilidad laboral y la incerteza respecto de las líneas de investigación. Funcionarios del MINCYT dijeron una y otra vez que los fondos para la creación de esos cargos iban a estar disponibles… la pregunta cae de madura: si los fondos están ¿por qué no van al CONICET?
La decisión política de destruir el desarrollo nacional
El conflicto por los 500 investigadores no es un hecho aislado, se inscribe en el plan que pergeñó el Gobierno de Cambiemos para destruir nuestro desarrollo nacional y soberano, es decir, nuestra matriz productiva.
Hasta el año 2015, nuestro país venía recorriendo un camino de crecimiento basado en el fortalecimiento de nuestros organismos nacionales de Ciencia y Tecnología (INTA, INTI, CNEA, SMN, FADEA, INIDEP, Fabricaciones Militares, CONAE, CONICET), aumentando considerablemente sus presupuestos y proyectos y dotándolos de recursos humanos altamente calificados para poder hacer realidad proyectos de investigación, transferencia tecnológica, o bien desarrollos propios que permitieran acercarnos un poco más a las llamadas “economías del conocimiento” de los países desarrollados.
En ese camino logramos que esa inversión en Ciencia y Tecnología impactara positivamente en nuestro sistema de investigación y desarrollo, volcando a mayor número de jóvenes a estudiar carreras científicas y tecnológicas para poder estar preparados a los desafíos del futuro.
Ese recorrido quedó trunco a partir del 10 de diciembre de 2015. El primer año en el cual el macrismo tuvo que confeccionar su presupuesto para el 2017, decidió recortar nominalmente un 32% el presupuesto nacional destinado al MINCYT, descontando por supuesto los recortes aplicados sobre el resto de los organismos nacionales de ciencia y tecnología. Esa primera intentona de ajuste sobre el sector fue un llamado de atención muy fuerte para la comunidad científica y tecnológica del país y, luego de denuncias, petitorios y una concentración en el Congreso Nacional en octubre de 2016, se logró que el recorte no fuera tan brutal.
No obstante, las agresiones continuaron a fines del año pasado con una reducción en el número de becas doctorales y posdoctorales otorgadas por el CONICET, el cual descendió luego de crecer sostenidamente desde 2003 y hasta 2015, así como también un recorte en el número de investigadores que fue de un casi 60% en un año.
La responsabilidad del retroceso que estamos viviendo en materia de ciencia y tecnología es exclusiva decisión política de este Gobierno Nacional ajustador que, con la connivencia de los funcionarios del MINCYT y del CONICET, ejecutan al pie de la letra las indicaciones que llegan desde la Casa Rosada, ahora, “unida al mundo”…
Una vez más, el Gobierno de la estafa
A esta altura de los hechos no quedan dudas de que Mauricio Macri mintió y estafó a todos. Ciencia y tecnología no sería la excepción. El Gobierno Nacional había prometido durante su campaña no sólo no tocar la “política de estado” en ciencia y tecnología sino que había jurado aumentar el porcentaje del PBI del sector hasta 1.5% (entre 2003 y 2015, creció más de 4 veces, del 0.16% pasó al 0.7%, mientras que en 2016 se redujo a 0.59%). Mauricio Macri fue muy claro durante el debate presidencial de noviembre del 2015 cuando afirmó que eran “muy importantes los científicos de CONICET en el país que soñaba”.
La ciencia y la tecnología, en la visión de país del actual Gobierno, es sólo es un elemento decorativo que les sirve para decir que “los científicos argentinos se destacan en el mundo” en cada una de las reuniones sociales y ágapes que son invitados a sonreír. Pero en el país real, Macri decidió no sólo no aumentar el presupuesto destinado a la ciencia y la tecnología sino que se propuso recortarlo muy rápidamente montando una campaña de deslegitimación de los científicos de cara a la sociedad toda (si antes nos mandaban a “lavar los platos”, ahora el individualismo en su máxima expresión, la meritocracia, sería el camino del crecimiento)
La ciencia y tecnología en la agenda política
Hace pocas semanas se confirmó la noticia de que el investigador superior del CONICET, y ex-Presidente de dicho organismo (2012-2015), Dr. Roberto Salvarezza, sería segundo pre-candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires por Unidad Ciudadana, el espacio político lanzado por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En este año y medio son muchos los sectores que se han visto fuertemente perjudicados por las políticas implementadas hasta aquí por la Alianza gobernante: educación, salud, jubilados, discapacitados, ciencia y tecnología, PYMES y economías regionales, entre otros. Y no sólo perjudicados sino también mayormente invisibilizados por los grandes medios socios del oficialismo. Por eso la importancia y trascendencia de ver a un científico en la lista: dicha candidatura pone en primera plana que, en este año y medio de gestión de la Alianza Cambiemos, la ciencia y la tecnología es uno de los sectores castigados y que es necesario “visibilizar” el problema y darle protección desde el Congreso Nacional.
El hecho de que hoy la Ciencia y la Tecnología estén en el debate público es el resultado, en primer término, de una tradición de lucha de nuestro pueblo que nunca ha bajado los brazos y, en segundo lugar, porque los científicos estamos empoderados.
Luego del crecimiento, a lo largo y ancho del país, del sector de CyT durante el período 20013-2015, los científicos bien sabemos que existe un país con políticas públicas que ponen el eje en la ciencia y la tecnología como motor del desarrollo con inclusión y otro país muy distinto que sólo pretende ajustar el mal llamado “gasto público” y reprimarizar la economía, volviéndonos vulnerables y dependientes frente a los vaivenes del mundo. Nada de todo esto es nuevo en nuestro país, estos proyectos neoliberales buscan concentrar los beneficios de los que más tienen y condenar a millones de argentinos a la pobreza y desesperanza.
Este panorama desolador, que nos recuerda las peores épocas que nuestra ciencia ha vivido (durante los gobiernos liberales, entreguistas y basados en la especulación financiera y no en el crecimiento de la economía real), nos pone ante un enorme desafío: poner en valor los logros alcanzados en el período 2003-2015 y trabajar arduamente para mostrar con argumentos concretos que sin ciencia y sin tecnología no hay desarrollo nacional. Ese es nuestro horizonte y nuestra responsabilidad. El empoderamiento de los sectores que vienen sufriendo los embates de las políticas ajustadoras ha permitido que hoy podamos tener una voz más fuerte en las disputas que tenemos por delante para retomar el sendero del desarrollo con inclusión. En este marco, la presencia del Dr. Roberto Salvarezza en la lista de diputados nacionales por la Provincia de Buenos Aires es importante, tanto en lo conceptual como en lo práctico, para ponerle un freno a las políticas del actual Gobierno Nacional en el campo de la ciencia y tecnología.
* Becaria Post-doctoral CONICET, Becarios Empoderados