(Por Sacha Kun Sabó*, Fotos: Sebastián Miquel) ESTRATEGIAS DE INVISIBILIZACIÒN DE UNA MILITANTE SOCIAL
La “desaparición” en los medios concentrados de la militante social Milagro Sala nos sigue preocupando. No solamente por la falta de visualización de su irregular situación en letra de molde, sino en la falta de reacción de la población en general, sobre todo después de la experiencia represiva que vivió Argentina en su historia reciente. La hegemonía medial pretende que entendamos a la militancia y el compromiso social como una alteridad política, como un fenómeno que debe ser exorcizado por los anticuerpos del sistema, pero entiéndase dentro de un “infierno secularizado”, en términos de Walter Benjamin, con un estado/mercado que construye un ciudadano tipo, que acepte pasivamente posibles políticas de ajuste y represión, con una imposibilidad manifiesta de identificarse con estos otros/víctimas, a través de conductas de indiferencia y sumisión.
Una de las grandes preguntas que ha subyugado la literatura sociológica y antropológica es cómo grupos de poder, relativamente reducidos, han podido naturalizar su dominio ante amplias mayorías. Para que ello se constituya como “normal”, el estado neoliberal será formador primario de ideologías de disciplinamiento y naturalización de la dominación en la población a su cargo. Las formas ideológicas de poder hegemónico y su aceptación total o parcial son parte de estos mecanismos de construcción de mentalidades subalternas. La modelación de un paradigma social subalterno.
Entonces una de las respuestas que sale naturalmente a estos planteos es que la reproducción ideológica, sea esta religiosa o racionalista, teocrática o democrática, es un mecanismo de formación de consensos que opera organizando el pensamiento de los sectores del poder y de los sectores populares, dando sentido a dicha dominación siendo parte del propio paradigma en cuestión y dando una interpretación compartida por todos los sectores involucrados.
Institucionalización de la lectura de lo real, que opera desde los medios, en su rol de constructora de contenidos socialmente verosímiles. El trasvasamiento de “relatos institucionales en discursos verdaderos”. La endoculturalización del sujeto, dentro de estos sistemas, logra en él, una mirada “propia” que el psicoanálisis ha tratado de demostrar como “única” pero que en realidad se da dentro de ciertos límites, ya que no puede escapar del paradigma imperante que es socialmente compartido, “en el preciso instante en que el sujeto se constituyó a sí mismo como lugar de la verdad” (Ricardo Forster 2012).
Desde los templos y los palacios de antaño o los pasillos ministeriales de las democracias modernas, los modos de producción y sus extensiones políticas, los estados se han encargado de manejar, históricamente, los hilos de las construcciones ideológicas y su reproducción, homogeneizando las lecturas sociales de lo real… Y construyendo la falacia psíquica de una objetividad individual inobjetable, porque, como es obvio, se apoya en los criterios verosímiles oficiales. La búsqueda de consensos desde el estado en amplios sectores de la sociedad apela a la formación de un concepto de que somos todos lo mismo de un “nosotros” homogéneo sin conflicto ni lucha de clases.
Dentro de esta métrica, la Argentina bajo el signo “cambiemos”, y específicamente con el universo CEO hegemonizando las relaciones sociales, las normas de dominación, quedan legitimadas bajo un proceso de “fetichización” en términos de Eduardo Grüner en el cual “los sujetos han subjetivado la violencia de la dominación política y por lo tanto de la dominación económica (…) Es como si se hicieran violencia a sí mismos, tomaran a su propio cargo la dominación, en la creencia de que ella es producto de su libertad individual y por lo tanto, ante el escándalo lógico que ello supone, en la creencia de que no hay dominación alguna…”
Los medios, siguiendo las construcciones ideológicas de mercadotecnia de Duran Barba (reaceitando mecanismos de reproducción ideológica), han logrado domesticar la mirada social sobre lo trágico en una anulación individual de sus rebeldías e instintos, formando sujetos complacientes y pasivos donde el ciudadano común se siente una persona segura para el sistema del que dirá de sí mismo “a mí nunca me pasó nada” o “ nunca me vinieron a buscar” o“ si está presa …algo habrá hecho” “es negra”, “es colla” “es puta” ,”es peronista”, “es mujer” en una suerte de idiotismo moral solapado. Para lograr este proceso se han puesto en marcha mecanismos de homogenización y disciplinamiento que se dan desde la familia, la escuela, el trabajo, la religión y, específicamente en el tema que nos atañe, los medios… marcando consensos de obscenidad represiva en la conformación de la mentalidad social compartida. Un relato coherente y contenedor de simpatía por el poder que golpea.
El hombre, de la rareza de la que habla Sartre: “Quizá la mayor tragedia de la cultura moderna sea la de crear las condiciones necesarias para tolerar la vida despiadada”. Estos individuos así formados serán ahistóricos y acríticos. No tendrán experiencia de su situación en el mundo. “Para su conciencia entumecida, sólo son reales los modelos congelados que provee la industria cultural: imágenes filmadas, fotografiadas y televisadas que le devuelven como paraísos cotidianos lo que apenas son reflejos de su vida dañada. Sólo adquiere carácter de verdad aquello que el mercado sindica como verdadero. Tecnología y estética de la repetición terminarán de operar el simulacro: la belleza no está en el paisaje sino en la fotografía del paisaje, el horror no está en Auschwitz sino en la película sobre Auschwitz” (Güillis- Ángel 2012). El horror de los más de 500 días de Milagro Sala presa no se vive en la prisión de Alto Comedero, Jujuy; sino en las cómodas militancias virtuales de zaguán, donde nos es fácil sentirnos revolucionarios.
* Sacha Kun Sabó: Asesor Honorable Cámara de Diputados, conduce junto a Atilio Borón y Raúl Noro la Fundación Universitaria Popular de Escobar
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