Su nombre, como es inevitable, evoca simbologías de tiempos remotos en que los trabajadores no necesitaban ocupar una empresa para hacerla producir, sino para obligar al patrón a cumplir derechos conquistados con la acción o establecidos en la Constitución de 1949. María Eva es la Presidenta de la Cooperativa del HOTEL BAUEN, hotel abandonado por un capitalista chileno favorecido por la dictadura de 1976 y recuperado por un grupo de sus trabajadores. Tras años de lucha y resistencia se convirtió en icónico, casi el emblema, de todas las empresas recuperadas en Argentina. Para ese lugar lo ayudó la ubicación estratégica en una de las esquinas más comerciales y concurridas de la Ciudad de Buenos Aires. Pero nada hubiese sido posible sin la capacidad de resistencia de la escasa decena de trabajadores que se transformó en más de un centenar a los cinco años de la recuperación del hotel. Porque no fue sólo mantener la fuente de trabajo, fue reconstrucción de lazos solidarios y puesta en marcha del trabajo colectivo (sin patrón, como gustan decir las recuperadas argentinas) para producir un servicio social que les permitió sobrevivir hasta hoy.
Por Modesto Emilio Guerrero y Juan Esteban Kirchner / Fotos: Gabriela Manzo
Esa sobrevivencia humana es la que está amenazada desde que llegó el Gobierno de Cambiemos y decidió revocar con un Decreto el derecho de expropiación, lo que un parlamento democrático votó con su voto soberano. Pero así son las cosas con capitalismo neoliberal: no soporta el trabajo colectivo, ni el trabajo mismo como un valor de la especie para sobrevivir en este mundo. Esta conversación con María Eva la hicimos el martes 18 de abril en el café-restaurant del Hotel Cooperativa, en medio de un bullicio inevitable de un hotel convertido en un lugar de encuentro de mucha gente, donde los únicos desencontrados son el Gobierno, la Jueza que blande su sentencia mortal y la mercenaria policía que espera la orden para ejecutarla.
– ¿En concreto, por qué hoy los quieren desalojar?
– Y porque este Gobierno está totalmente en contra de los trabajadores. Es evidente. No hay otra forma de decirlo. Si nosotros pasamos por todo el Congreso y a la ley la vetó directamente el Presidente se ve que somos importantes… y vetando la ley muestra que está a favor de un empresario, como siempre lo hizo.
– Ahora a las dos de la tarde es la asamblea. Ya estamos preparando todo. Tenemos por hacer el trimestral. Hicimos cuarto intermedio la otra vez y no se pasó. Entonces tenemos que ver cómo está financieramente la cooperativa, cómo seguimos y todo eso…
– ¿Qué bloques del Congreso les dan respaldo hoy a la Ley de expropiación?
– El otro día que tuvimos la cena solidaria y vinieron de todos los bloques y partidos políticos. Desde la izquierda hasta el socialismo (que en su momento no votó a favor, pero ahora nos apoya). También vinieron a cenar algunos del radicalismo, Victoria Donda, el peronismo del PJ, el kirchnerismo, aunque nosotros queremos motivar también al partido de Massa. Habíamos previsto una cena solidaria para 300 personas, pero vinieron más de 700 personas.
María Eva baja la cabeza y hace una pausa instantánea para reflexionar:
Tenemos apoyo, pero es bastante difícil llevar la Ley devuelta al Congreso porque se necesita una mayoría. Al haber sido vetada por Macri tenemos que juntar sí o sí la mayoría de votos para que vuelva otra vez de nuevo a quedar como estaba originalmente. Por eso tratamos de llegar a los de Massa.
– ¿Cuántos votos se precisan?
– Y… más del tercio. Más que la mayoría se necesita, que serían como dos tercios.
– ¿Por qué el Partido Socialista no estuvo de acuerdo en su momento?
– Porque el kirchnerismo había presentado un conjunto de leyes y votó en contra del conjunto de leyes, entre las que estaba la nuestra. Pero el otro día estuvieron acá y dijeron que ahora sí iban a votar la ley.
– María, ¿Qué grupo económico puede estar detrás del veto de Macri?
– A ver, yo estoy desde 1994, hay compañeros que están desde el 80. En el 94 mi marido trabajaba en mantenimiento hospitalario que hacía este empresario Marcelo Yurcovich (ahora quedó el hijo: Hugo Yurcovich). Él, todos los años, ganaba las licitaciones del Santoyanni, el Muñiz, el Pena. En la empresa se hace pasar con otro nombre, pero este empresario, el hijo del fundador del hotel, tiene mucho poder económico y bastante llegada al macrismo.
– Las gana todas…
– Sí, hasta ahora sigue teniendo esa llegada.
– ¿Y en este momento saben de algún grupo o empresario interesado?
– Sí, sabemos que sí pero no podemos dar fe de eso, pero lo que se dice es que ya está vendido a una cadena de hoteles…
– ¿Pero cómo vendido si está incautado judicialmente?
– Eso es lo que se dice. Por eso es que están tan apurados en que nosotros salgamos de acá.
RECUPERAR. EL ORIGEN DE UNA HISTORIA DE ABANDONO Y RESISTENCIA
– Empezamos en el 2003 en pleno cimbronazo que hubo aquí en la Argentina. Nos estábamos quedando sin trabajo nosotros también… pero sabíamos que los patronos estaban haciendo un vaciamiento del hotel y ahí decidimos ingresar al hotel para impedir el vaciamiento.
– ¿Y de quiénes recibieron ayuda?
– De las facultades, del Movimiento de Empresas Recuperadas (MNER), había compañeros que tenían llegada a lo que era algo similar a la Caja PAN que daba el gobierno de Duhalde (no recuerdo bien el nombre). Pero lo cierto es que los compañeros no tenían para comer y los chicos que podían conseguirla la traían acá y nos daban.
Durante el primer año vino la policía a sacarnos, pero vieron que nosotros éramos trabajadores, que no éramos vagos que estaba usurpando una propiedad. Mientras tanto le estábamos diciendo a la jueza que nosotros queríamos sostener el trabajo. No queríamos que no hicieran un vaciamiento de la empresa. Estuvimos casi un año en esa tarea de resistencia y en el 2004 tuvimos una ayuda muy grande del expresidente Chávez, porque le ordenó a la empresa petrolera venezolana PDVSA que alojara a un grupo de chicos de una orquesta de cantores, eran como 80 pibes y pibas. Fue la primera vez que empezamos a trabajar en lo que sería hotelería y comenzamos a facturar.
– ¿Cómo fue esa colaboración?
– Estaban buscando un hotel de cooperativa, pero nosotros teníamos todavía una empalizada a la entrada, eso era un problema de imagen, tuvimos que sacarla. Cuando empezamos a brindarle el servicio a los chicos no teníamos ni la vestimenta y necesitábamos muchas cosas. Poco a poco, con los eventos que empezamos a hacer pudimos comprar uniformes para estar en condiciones de brinar el servicio. Fue ahí que vinieron los chicos músicos venezolanos a hospedarse. Ese fue el punto de partida para empezar a trabajar en lo que es la hotelería.
– Fue el primer capital que obtuvieron…
– Sí, y ahí habilitamos dos pisos para trabajar en lo que era el servicio. En ese momento no teníamos la suficiente plata como para empezar a trabajar en el resto la torre.
– ¿Qué convenios lograron hacer con Venezuela en aquel momento?
– El Gobierno de Venezuela nos llevó a Caracas para hacer capacitaciones de nuestro personal. Estuvimos en Venezuela con los compañeros y con Marcelo Ruarte, que era el Presidente de la cooperativa en ese momento. Se llegó también a un acuerdo para que se hospeden acá. Cuando fue la campaña del No al ALCA nosotros le dábamos hospedaje a toda la comitiva y eso nos ayudó muchísimo para salir adelante.
Recuerdo que por orden de Miraflores y Cancillería venezolana aquí se hospedaban todos los funcionarios que venían de Venezuela. Pero además turistas políticos que venían a Argentina de vacaciones se quedaban aquí. Eso creó una relación muy amable.
– ¿Qué tratamiento legal y político tuvieron del Gobierno anterior (del kirchnerismo)?
– Nosotros trabajábamos con el Gobierno anterior. Estábamos bien. Trabajamos con el Ministerio de Economía, también venían a hacer cursos de capacitación los del Ministerio de Educación… nosotros trabajábamos mucho. Se hacían muchas convenciones, capacitaciones. Había circulación de gente y trabajábamos bien. Ahora directamente el Estado no aporta y a eso se suma el tema de las tarifas… se nos fue todo. Estamos ahí para poder sostener.
– Si miras en retrospectiva ¿lograron los objetivos que se plantearon en el 2003? Hablemos al menos hasta el 2015.
– Nosotros logramos todos los objetivos que tuvimos en 2003: seguir trabajando y dar más fuentes de trabajo a medida que se abrían los sectores; la capacitación de lo que es una cooperativa a diferencia de una empresa formal…
En el 2004, cuando comenzamos, éramos treinta trabajadores y terminamos el 2015 con ciento sesenta. Hoy somos, en 2017, ciento treinta. Hoy los salarios están en ocho mil pesos, un poquito más.
Muchos compañeros se fueron el último año. A algunos ya no les convenía, eran chicos jóvenes. Nosotros dábamos capacitaciones pero no somos mezquinos y no tenemos porque retenerlos y se fueron. Pero algunos también se fueron y volvieron, como también los hay que hicieron daño a la cooperativa. ¿Como todo no? Algunos se creen que tienen un conocimiento mayor que los otros y nos hicieron daño.
– ¿Cómo son las asambleas hoy? ¿Cómo será la de hoy en este marco político?
– Hay angustia (nos cuenta María Eva con rostro de preocupación). La verdad es que es mucho sacrificio. Tanta lucha en todos estos años, creer fuertemente en algo y ver que nos están debilitando genera angustia. Aunque yo crea que el límite se lo pone uno, vas viendo la cantidad de cosas que hicimos hasta hoy y ahora sentimos que estamos en foja cero. No nos valoran nada de lo que hicimos, nos hacen sentir que no somos nadie. Siempre seguís siendo el esclavo, el peón que no puede andar. Pero por otro lado también la sociedad te ayuda a seguir adelante. Y eso también te vuelve a revertir y le da fuerzas a los compañeros.
La otra vez, cuando teníamos el desalojo a punto de realizarse, teníamos miedo. Un compañero que estaba en la cocina se angustió. Tiene cincuenta y siete años y tenía miedo a que quedarse sin trabajo. Y yo le decía que ponga toda esa potencia de angustia en mejorar el servicio para que el cliente se pueda sentir bien y diga: “esto vale la pena”
– Y las asambleas quizás sirvan también para darse apoyo entre compañeros en momentos como estos…
– Sí… claro. Nosotros estábamos bajoneados pero no por eso dejamos de trabajar. Estaba la orden de desalojo y estábamos aquí trabajando… si entraban resistíamos trabajando. No cerramos para nada, no dejamos nunca de trabajar más allá de la angustia que podamos tener. Llevamos adelante la bandera del trabajo siempre. No sabemos cuándo vendrán pero aquí estamos.
2017, CAMBIO…
– ¿Hubo un Recurso de Amparo contra el desalojo?
– Hay un Amparo para frenar el desalojo pero no está tan claro. Hasta el abogado nos dijo que no está claro. La verdad es que si la jueza viene y dice no se puede seguir bueno…
El día que iba a ser el desalojo vino la policía. Estuvo el micro acá parado porque nosotros dijimos que íbamos a hacer el festival (que después se suspendió por la lluvia) pero hasta que vieron que no se hacía nada no se fueron. Igualmente nosotros estábamos todos acá adentro, trabajando.
– ¿Existe alguna idea de defensa ante un posible desalojo?
– Sí… nosotros vamos a estar aquí trabajando. Que venga la justicia y que nos diga que es lo que estamos haciendo de malo trabajando. Nosotros presentamos la ley, la cual salió a favor y decimos: ¿Cómo puede ser que una jueza pueda avalar a este empresario?
Mirá, en realidad la orden de desalojo salió en el 2007. Fue una ley memorandun que le condonaban toda la deuda al empresario. Fue en la Legislatura Porteña entre gallos y medianoche. Fue como a la una o dos de la mañana, que nos pegaron y nos tiraron gases lacrimógenos. Le condonaban todo a este empresario y encima nos querían dividir con los ex trabajadores y los que estamos trabajando.
¿Cómo puede ser que la jueza no lo vea? Este edificio ni siquiera es de él y siguen sosteniendo una propiedad que ya no le pertenece. Todavía me acuerdo que el día antes de salir el veto del Presidente salió el macrismo a decir: “unos pocos señores”.
Estos “pocos señores” no queremos el hotel para nosotros. Nosotros queremos trabajarlo como cooperativa pero esto es del Estado: tiene que estar para los maestros que vienen de las provincias; para hacer capacitaciones; para los sindicatos; para hacer escuela de gastronomía; para los jubilados. Que sea un hotel del Estado realmente.
– Pero estamos frente a un Estado que no parece interesarle tener en su administración un hotel para convenciones de sindicatos…
– Tal cual…
– ¿Hay consciencia en los trabajadores del riesgo y de la capacidad de resistencia?
– Sí… pero también hay miedo porque nos quisieron dividir: nos ofrecieron tres millones de pesos para dividir entre ciento treinta trabajadores, son treinta mil pesos por cada compañero. Eso lo ofreció el empresario Iurcovich. Y nosotros dijimos que no ¿por qué íbamos a recibir eso si estamos trabajando? Y nos dijeron tomen esto y cuando abra devuelta en tres años, ya en condiciones, les damos trabajo… y nosotros le preguntamos qué trabajo nos iban a dar, la jueza estaba de por medio.
Ahí le dije a la jueza: “Estoy desde el 94. Pasé por un montón de empresas fantasmas y este señor me hizo perder todos mis derechos, jubilación, antigüedad, todo. Cuando se vendió por tres años a una empresa chilena me hizo firmar frente a un escribano público de que yo no tenía derecho a reclamar nada cuando ya tenía antigüedad. Y tuve que aceptar porque quería seguir trabajando… ¿Ahora usted me viene a sentar con este señor que piensa que somos algo descartable?” La verdad es que no se entiende…
La jueza intercedió y dijo que lo que se quiere es mantener la fuente laboral, que no se quiere dejar a la gente sin trabajo. Fue muy clara en ese sentido. Pero también me dijo que ahora cambiaron los tiempos…
– ¿Cambiaron los tiempos?
– Sí… que cambiaron los tiempos en el sentido de que la política no es la misma. Y que podía tener una decisión judicial.
– Lo mismo que le dijeron a los estudiantes de Jujuy antes de meterse en la Universidad y llevárselos detenidos: “cambiaron los tiempos”
– Si… eso mismo me dijo a mí y me puse a llorar porque yo tenía que venir a decirle a mis compañeros eso.
Le dije el otro día a mis compañeros: “A mí no me sirve representarlos si yo no los tengo atrás”.
María Eva sollosa de impotencia ante el micrófono, pero inmediatamente se frota los ojos y continúa:
– Y la verdad es que me da mucha bronca porque yo voy a representar a mis compañeros y a veces nos hacen sentir que no somos nada. Para el Gobierno no somos nada en el sentido que pueden decir: “tienen que arreglar o se quedan sin trabajo, sin nada” y nos quieren quebrar como compañeros. Eso es lo que veo.
Entonces, a veces se hace difícil… pero estamos fuertes. Por eso decía que yo preciso que para que yo los represente se paren al lado mío los compañeros que realmente quieren seguir. Y para eso son las asambleas, para charlar de cosas aunque duelan, para eso es La Soberana… Y cuando dije aquello en ese momento se levantaron todos los compañeros y se pusieron al lado mío. Y eso me dio más fuerza porque en ese momento el radio pasillo era que algunos querían agarrar los treinta mil pesos.
Nos tembló un poquito… es como hacen con los maestros también ¿no? Los maestros que están luchando hoy también lo hacen para aquellos maestros que no pueden llegar aquí, que no pueden reclamar, que están lejos. Entonces, es como que nos quieren quebrar, dividir desde adentro.
¿Lo que es esa gente no? De lo más oscura, tratan de entrar por donde sea a ver si tenés una fisura y ahí se meten.
– Esto no termina acá… como trabajadores hay un montón de cosas que tenemos que seguir profundizando, como el tema de la jubilación o el monotributo. Porque si seguimos como cooperativa tendría que ser diferente, porque no puede ser que no sea suficiente la obra social debido a la categoría del monotributo.
– ¿En lo personal cómo has vivido todo este proceso?
– No sé cómo puede terminar esta historia pero como persona he aprendido mucho. He trabajado en otro hotel como encargada y si no tenías el zapato o la indumentaria de la empresa te sancionaban. Por ahí esa persona servía mucho más que otras personas que tenían la indumentaria pero eso no lo veían.
Aquí soy muy exigente con el tema del trabajo porque nosotros tenemos que dar lo mejor posible para que nadie diga después “estos no pueden”. Por ejemplo: los sábados hago lo que es pisos, hago todo un recorrido y enseño como tienen que hacer el trabajo y lo vuelvo a explicar las veces que sean hasta que salga lo mejor posible. Porque hay gente que no le interesa lo que es una cooperativa, solamente quieren venir a hospedarse y tener las cosas en condiciones: la bata, la televisión, la cama. Entonces uno tiene que enseñar lo que el cliente quiere para dar el mejor servicio que se pueda. Y ahí estoy ayudando a hacer lo mejor posible porque es lo que nos lleva a nuestras casas el pan de cada día.
Y en lo personal he aprendido muchísimo, jamás pensé que iría a llevar algo como esto adelante en el consejo de administración. Y tuve que aprender y sigo yendo a capacitaciones. Es como una escuela para mí y para muchos compañeros también, que no solo se formaron sino que también me enseñaron a mí y a otros compañeros.
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