Tras los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el politólogo argentino Juan Manuel Karg analiza sus consecuencias sobre Argentina y América Latina. La relación de EEUU con Rusia y Medio Oriente y el futuro de un mundo que camina hacia la multipolaridad. Juan Manuel Karg es Licenciado en Ciencias Políticas (UBA), Investigador dentro del Centro Cultural Cooperación y colaborador en medios de comunicación de la región.
Por Marina Pérez Damil
MPD: ¿Cómo crees que va a cambiar EEUU a partir de la asunción de Trump?
Creo que hay dos lecturas de la elección de Trump y de las primeras designaciones de su gabinete. En primer lugar, en el plano interno, se trata de un gabinete ultra conservador, xenófobo, de familias muy acaudaladas, y con fuerte presencia militar. La otra cuestión, externa, es de lo que significó la elección de Donald Trump: la caída de dos acuerdos de lbre comercio que motorizaba EEUU, el TPP (Acuerdo Transpacífico) y el TIPP (acuerdo entre EU y EEUU). Caído el TPP, la Alianza del Pacifico emerge como una gran duda para nuestra región. ¿Qué va a suceder con ese bloque, que impulsó durante estos años el “librecambismo” como el supuesto motor del progreso de la región? Es una pregunta importante en este momento.
Además, hay que ver si ese discurso aislacionista de Donald Trump sobre América latina se termina cumpliendo o no. Por lo que se ve en los últimos días, y por lo que fue la cumbre de la PEC en Perú, China es quien mejor está aprovechando esta situación de desconcierto. Velozmente intenta ocupar el vacío que deja este repliegue momentáneo de los EEUU.
“Me parece que, al margen lo que está sucediendo hoy con la suspensión de Venezuela, tema que sienta un grave precedente, hubiese sido el momento ideal para que el Mercosur emerja como el polo de integración latinoamericano en la construcción de un mundo multipolar. Efectivamente estamos yendo hacia ese mundo y la elección de Trump demuestra eso, incluso desde el propio discurso del presidente norteamericano”.
MPD: Teniendo en cuenta este mundo multipolar que caracterizás, ¿Cómo pensás que se va a dar la relación de EEUU con Rusia?
El supuesto involucramiento de Putin en la campaña fue una estrategia que encontró Hillary Clinton para salir al cruce de lo que fue la difusión de los mails de John Podestá, quien fuera jefe de la campaña demócrata, por parte de Wikileaks. Lo que hizo Hillary fue decir: la conexión de Wikileaks es Julian Assange, que está comprometido con el gobierno del Kremlin. No hay rigurosidad en ello, a pesar de que es cierto que Rex Tillerson, CEO de la Exxon Mobil recientemente nombrado por Trump como Secretario de Estado, haya tenido una relación fluida con Putin a lo largo de estos años.
Trump era el candidato que más le convenía al presidente Vladimir Putin, como también quien más le convenía a Xi Jinping -más allá de los recientes roces por Taiwan- y a todo ese espacio que conformó el bloque de los BRICS. Si EEUU era quien bajo la administración demócrata había creado el acuerdo Transpacífico para ir contra China, es evidente que el triunfo del candidato de otro partido sería lo más óptimo en una elección presidencial.
MPD: En medio oriente, ¿Cómo crees que va impactar este cambio?
Medio Oriente es un lugar donde EEUU viene empantanado hace tiempo. Le trajo grandes dolores de cabeza a la propia administración de Obama: esto se evidencia incluso en los correos de Podesta. Se sabe que uno de los principales financistas de Donald Trump, Sheldon Adelson, tiene vinculación directa con el gobierno de Benjamin Netanyahu a través del periódico Israel Hayom. En ese sentido puede ser peligroso para el pedido de Palestina de la solución de dos estados.
Tampoco creo que Trump pueda modificar demasiado el escenario actual, que es de por sí convulsionado y donde hay muchas piezas para comprender el tema desde la geopolítica. Ahí tenés jugando un papel al ISIS-Estado Islámico, que retrocedió pero aún intenta mostrar presencia. Tenés a un gobierno norteamericano que hace mucho tiempo quiere la salida de Bashar al Assad en Siria. Es decir, también hay que analizar cuál va a ser la estrategia de Donald Trump para Siria, y hasta donde quiere presionar en ese sentido. Hasta ahora la estrategia de EEUU fue la salida si o si de la administración de Bashar al Assad, por lo menos desde el punto de vista de Obama-Kerry. Esa era la condición principal que ponían para negociar con Rusia, que se negaba a plantear el problema en esos términos, dando cuenta de los antecedentes de derrocamientos en Libia y Egipto.
MPD: ¿Pensás que de alguna forma se desestabiliza el plan que tenía Israel para Medio Oriente tras la victoria de Trump?
El gobierno de Benjamin Netanyahu, como el gobierno argentino, esperaba que suceda lo que marcaban las encuestas: que gane Hillary Clinton. Se produce un desconcierto la noche del 8 de noviembre, que hace que las cancillerías traten de evaluar a través de las sucesivas jornadas lo que había pasado y cuál va a ser el futuro. Porque es un escenario imprevisible en un punto, que se terminará de comprender recién a mediados de 2017, con el equipo de Trump ya en funciones. Yo creo que en Israel sí esperaban a Hillary Clinton porque la conocían de forma más nítida, porque tenían contactos previos que son los que aparecen en las filtraciones de John Podesta (incluso se cita a Netanyahu hablando de una “instintiva simpatía” de Hillary hacia Israel, diferenciándolo de esa formar de Obama).
El tiempo va ser el ordenador que explique eso, y los lobbies y las presiones que reciba el propio Donald Trump. Como decía Fidel Castro, a quien vale la pena volver a leer y escuchar a apenas semanas de su muerte, EEUU más allá de las administraciones -demócratas o republicanas- es un gran sistema, donde algunas decisiones ya fueron tomadas con antelación a la propia capacidad de determinación que tengan los presidentes.
MPD: ¿Qué consecuencias la elección de Trump sobre Argentina?
Decía antes que el gobierno argentino esperaba otro escenario, el triunfo de Hillary Clinton. Esto en primer medida golpea muy fuerte el giro que venía teniendo la Argentina hacia el eje Pacífico. Parece que fue hace un siglo, pero fue este mismo año que Mauricio Macri participó en la cumbre empresarial de la Alianza del Pacífico en Chile. Prometía que ahí estaba el futuro de América Latina, y meses después esto parece cambiar de forma vertiginosa.
Creo que hubo una equivocación de entrada en no seguir apostando -que es lo que intentó hacer CFK y otros dirigentes- a la construcción de un mundo multipolar en donde Argentina jugara un papel preponderante en América Latina. Pero eso la entonces presidenta le pedía a Lula que el sea el embajador para que Argentina ingrese en los BRICS. Ahora Argentina no solo no pide el ingreso a los BRICS, sino que participa de forma muy subordinada en la CELAC, en la UNASUR, casi cumpliendo porque hay que cumplir -y no motorizando que era lo que sucedía antes-.
El gobierno de Mauricio Macri no previó el cambio que se estaba dando a nivel internacional, creo yo por mala lectura previa y cierto desconocimiento de las RRII. Y también porque los pueblos están votando por determinaciones internas, de una forma distinta a la que los medios de comunicación le piden. Te pongo el ejemplo de Colombia: toda la comunidad internacional quería que en Colombia en el plebiscito gane el sí al acuerdo de paz, y la población votó otra cosa. Con el Brexit podemos decir lo mismo. Y ni hablar de los EEUU, si analizamos la elección de Trump en todo lo que es el circuito industrial de los EEUU.
MPD: ¿Qué balance haces de este primer año de Mauricio Macri más allá de su política internacional? El se calificó con un 8.
Yo creo que el gobierno de Macri intentó cambiar en el primer año de gobierno todo lo que venía haciendo el Estado argentino en sus múltiples dimensiones: me parece que tuvo un impacto grande en la cotidianidad de millones de personas, con políticas ortodoxas como devaluación, despidos, enfriamiento de la economía y un larguísimo etcétera.
Macri va a medir el impacto de su gobierno en las elecciones de medio término, y en eso hay que prestar mucha atención a lo que dicen las urnas: en procesos de largo alcance, desde la vuelta de la democracia para acá, en la Argentina en general los gobiernos que inauguraban un nuevo periodo histórico la primera elección la han ganado con comodidad: el kirchnerismo en el año 2005 la ganó cómodamente, Alfonsín, la primera elección intermedia la gano, incluso Carlos Menem la ganó. La duda es si Macri se suma a ese pelotón de presidentes -o periodos históricos- que ganaron su primera elección parlamentaria, o se suma a el otro pelotón que solamente lo compone el gobierno de la Alianza, que perdió su primera elección parlamentaria intermedia y no pudo finalizar su mandato.
Ahí creo que está el gran dilema. El otro gran dilema de la política argentina, es qué termina sucediendo con el campo alternativo al Macrismo, cómo se termina configurando en esa elección pero creo que tuvo un primer año complicado, bajando mucho en las encuestas.
MPD: En relación a ese campo alternativo. Hoy en día se están presentando algunas disyuntivas en relación a que hacer frente a este Estado. Hay quienes sostienen que es posible arrancarle derechos y quienes tienen una visión menos optimista. ¿Que pensás al respecto?
Hay una división de interpretación en relación a lo que fue la última elección presidencial: ahí empieza creo yo una distancia entre diversas organizaciones sobre lo que sucedió y lo que viene. Quién tuvo la culpa, quién no. Quién acertó, quién se equivocó. También como en todo proceso político hay organizaciones y dirigentes que se miden en relación a otros dirigentes, en base a lo que es la proyección que tenga ese espacio de cara al futuro.
Yo siempre hablo de los pesos de los liderazgos en América latina. En Paraguay veo que incluso con un virulento ataque de algunos medios de comunicación y cosas que se han dicho que jamás se comprobaron sobre Fernando Lugo, éste hoy encabeza las encuestas para las próximas elecciones presidenciales. En Honduras hay un escenario similar, en el que Xiomara Castro de Zelaya está bien parada para las próximas elecciones presidenciales, más allá de que compite con los mismos que sacaron a su esposo -y no hay que descartar maniobras fraudulentas-. Brasil podemos decir lo mismo: el PT está muy dañado pero Lula da Silva sigue siendo la primer opción electoral en cada una de las encuestas que aparecen, muy por arriba de los candidatos del PSDB.
Me parece que acá en Argentina la figura de Cristina Fernández condensa a todo un espacio político que no está de acuerdo con las políticas de Mauricio Macri. Creo que ella va a terminar ocupando un lugar importante en intentar al menos que ese espacio que hoy aparenta estar fragmentado se termine uniendo de cara a unas elecciones, sean intermedias (2017) o sean a largo plazo, presidenciales (2019).
MPD: Papa Francisco. ¿Qué rol juega en la geopolítica actual en relación a este mundo multipolar que ha girado a la derecha?
Para América Latina creo que es claro: el tuvo influencia en lo que fue la negociación entre el gobierno cubano y el gobierno norteamericano, creo que tuvo un papel absolutamente progresivo ahí. De hecho antes de viajar a EEUU pasa por La Habana, se junta primero con el gobierno cubano y luego va a Washington. Después vuelve a La Habana para juntarse con el patriarca Kiril -es decir que es el único país que el visitó dos veces durante estos años-.
Paradójicamente, hasta el representante del Vaticano puede aparecer progresista si uno mira lo que está sucediendo en los debates en la Unión Europea, donde hay expresiones tan retrógradas sobre el drama de los migrantes y refugiados (y es el propio Papa que termina preguntando “¿Qué te pasa Vieja Europa?”). Su papel en la geopolítica lo veo de una forma que le intenta dar estabilidad en un mundo multipolar en construcción, algo que también se puede verificar en el nombramiento de cardenales de las periferias y con el reimpulso al diálogo en Venezuela.