“Una expresión creativa que se resiste al ajuste“. Ese es el espíritu de esta nueva edición de Fiesta Gatica, en el barrio de Palermo. El recuerdo de la fiesta pasada aún está fresco para este cronista de los submundos, de una “misa del peronismo mesiánico”, como afirma uno de los organizadores, y que solo puede comprobarse al apersonarse en la pista.
Por Leopoldo Ortiz(*)
Ruda labor militante, hacer que la fiesta resista, que quede espacio de libertad, baile y risas. Cuando nos guiamos por rumores pisamos en falso, cuando pesquisamos comentarios de las redes sociales terminamos en antros donde es imposible recordar para luego, al día siguiente, escribir una nota. Por eso pido respeto, siempre las antenas paradas para detectar qué hay de nuevo en la noche porteña, o al menos en qué anda lo viejo que supo ser efervescente. Aunque parezca un oficio trasnochado y errabundo, ser cronista de fiestas amerita un nivel de intuición urbano “nivel dios”. Ya sabrán porqué.
La Fiesta Gatica me llegó de rebote hace un tiempo y hoy –tras asistir a varias– soy uno de sus feligreces. La Gatica nació hace 4 años y con más de una docena de fiestas en su haber ya es una marca registrada de la noche compañera.
La fiesta Gatica nació por el impulso de un grupo de compañeros, devotos de Gilda y Leo Mattioli, y leales practicantes de la premisa de que “la organización es todo-vencedora y que los cimientos autogestivos duran mucho tiempo, son pilares de acero”. La propuesta cultural resulta atractiva: cumbia al palo, barra barata, bandas en vivo, teatro, proyecciones, un Perón gigante boxeando a un buitre y un sinfín de caras amigas –y otras reconocidas en el pañuelo de la política– dando vueltas por la pista.
“Hay una suerte de fenómeno en estos eventos y ello reside en que se hace necesario tener espacios para disfrutar, bailar y reírse. Y donde hay una necesidad hay un derecho: mantener viva la llama de la fiesta y de la organización en épocas de fiebre amarilla resulta vital”, dice uno de los organizadores. A oídos de este cronista, la fiesta llegó por diversos canales de una paleta de organizaciones kirchneristas, sobre todo de Capital Federal.
¿Qué valor contracultural tiene esto?¿Es posible resignificar y dotar de un sentido novedoso a la cultura popular? “El camino que uno elige para desarrollar una propuesta artística, convocante, crítica y a la vez inclusiva, tiene que ver con el lugar que da el marco político para hacerlo, la realidad del país. Venimos de más de una década donde el Estado promovió el acceso y el desarrollo de la cultura de los pueblos y eso movió los cimientos de lo que era la contracultura en los 90 y lo que pasó a ser después. El Estado se volvió garante de la cultura como expresión de todos los sectores, la cultura diversa, ecléctica, la cultura de todos. Hoy es distinto, estamos parados en otro lugar. Fiesta Gatica es contracultura porque es una expresión que interpela al establishment cultural o mejor dicho bien mantiene vivo, desde su humilde aporte, la cultura de los descamisados, de los desposeídos. Hoy hay una manera de construir política cultural, desde el oficialismo, y esto se refleja en un CCK cerrado con miles de despedidos y otros tantos centro culturales clausurados”.
Queda claro que una fiesta no puede cambiar al mundo -ni a la cultura- pero si puede cambiar a los hombres y las mujeres que así lo desean. “La noche porteña tiene un sinfín de posibilidades. Nuestra propuesta es el ring side del baile, de la cumbia, de los presentes y los reencuentros, de la política y de los besos. Le hemos abierto las puertas a muchos compañeros y organizaciones para que se reunan y festejen en este lugar. Es como una unidad básica nocturna por momentos”, piensa uno de sus organizadores, mientras se recuesta en el borde de la barra, y mira la pista vacía. Bebe y piensa, se ríe y se corre de la barra en un salto eléctrico, para bajar unas cajas al piso.
Pero volvamos al presente: la próxima fiesta Gatica es el 25, un día después de la marcha por los 40 años del Golpe. En la pared, habrá un enorme José María Gatica, porque “aquel púgil peronista, que por su extracción humilde y su pasión por el mambo fue la vedette inspiradora del gran Favio, continúa siendo una figura representativa para los que promueven la cultura que nace desde el llano, la cultura popular, la que incluye e inventa mundos”.
Fiesta Gatica celebra este viernes 25 de marzo, 23:50 hs en Palermo Club, Borges 2450, Plaza Italia.
(*) El autor ocultó su verdadera identidad tras un “Cronista curioso, barracho” que presumiblemente se sentó en una vereda con “El hombre que está solo y espera”, allá por el 98. En 2001 entendió que “el pueblo en la calle decide”. Y vio que volvimos.