En Marzo vencen los contratos de 11 médicos que desarrollan su tarea en la Villa 31 de Retiro. Los vecinos se oponen a “los cambios” y a los despidos, porque en el barrio nunca hubo tanto Estado presente. La avanzada macrista amenaza cortar los contratos y encima tiene parado a un pelotón de médicos que son especialistas en barrer el conurbano con campañas de prevención.
Por Federico Tártara
Emilio es uno de los 11 médicos que en algunos días puede quedarse sin trabajo. Está parado cerca del Playón principal de la Villa 31 de Retiro, lleva puesto el tradicional ambo celeste y calza alpargatas negras. En un espacio, accede a conversar y llega como quien acaba de correr un maratón de 42 km. El vínculo que generó con el barrio ya traspasó el mero límite profesional: es el padrino de Tomasito, uno de los tantos nenes que diarimente corretean por los pasillos de uno de los distritos -se calcula en 60. 000 habitantes- más densamente poblados de Capital Federal.
“Soy padrino de un chiquito de acá junto con una compañera. La conocimos a la madre primero en los controles de embarazo y luego seguimos con el contacto en el área de pediatría. Nos da un orgullo personal muy grande y, también, es una muestra de que en verdad se trabajó y se conectó con los vecinos”, dice Emilio para graficar algo que muchos llaman militancia.
“A partir del 29 de Febrero termina el contrato de varios trabajadores y otra tanda a fin de Marzo. No sabemos si se va a renovar o no. Hasta ahora no tuvimos ninguna comunicación oficial acerca de la continuidad de nuestro trabajo, pero con lo que viene pasando con el tema despidos, esto es preocupante”, continúa el trabajador médico.
AUDIO: Emilio, médico Villa 31
Cualquier ciudad del país con significativa cantidad de habitantes tiene su hospital cercano. No es el caso de la Villa 31. Y el panorama es aún más desalentador con el cese del trabajo de los médicos del CIC, o del “galpón”, como le dicen en el barrio. A esto, se suma que desde el 23 de Diciembre del año pasado un pelotón de médicos del “Programa Organización Comunitaria de la Salud”, acostumbrados a barrer el territorio con campañas de prevención, cumplen su horario laboral comiéndose la cabeza en las oficinas del Ministerio de Salud. Por estos momentos, reclaman salir a los barrios a trabajar para erradicar las epidemias del dengue, el zika y la chikungunya, que están como nunca antes presente en los territorios excluídos.
“Sin dudas antes el Estado no estaba presente. La gente en el barrio no sabía lo que era que el Estado lo acompañe, lo ayude, lo escuche, tenga en cuenta su reclamo, esto antes acá en la villa no existía”, dice Tamara mientras amaca su carrito de bebé cerca de la canchita de fútbol de la zona de Guemes. “La atención siempre fue igualitaria, hubo prioridades en el sentido de gente de bajos recursos que tenía mayores urgencias, pero la atención que acá brindó y brinda el Estado siempre fue igual para todos”, responde tajante para agregar de la misma forma en el tema “ñoquis”. “Lo de los ñoquis es una pavada, acá siempre se laburó igual, con horarios, con frío y calor, siempre se atendió”.
AUDIO: Tamara, Médica Villa 31.
Emilio habla justo, conciso; pero con frases contundentes: “más allá de dejar de trabajar y estar sin laburo, el tema es dejar de hacer esta tarea que realizamos que es muy importante porque la demanda que hay en el barrio no puede ser satisfecha por los dos CESAC por más que ellos hacen muy bien su trabajo, pero es mucha la gente que hay para atender acá”, finaliza.
El nombre formal donde atienden los médicos es el “Centro de Atención Comunitaria”, donde ya se atendieron unas 18.000 personas, es decir 40 personas por día u 800 mil que se atienden por mes. “A la salud en el barrio la defendemos todos”, tiene como encabezado el volante que puntualiza en las estadísticas y reclama la continuidad de los médicos. Además, notifica de futuras asambleas a realizarse en distintos puntos del barrio.
El 11 de Mayo del año 2010, Cristina Fernández de Kirchner visitó la Villa 31 para inaugurar el Centro de Acceso a la Justicia del Barrio Güemes. Fue el puntapié inicial para que decenas de políticas se desplegaran por uno de los territorios más desiguales de la Capital Federal. Meses después, el 5 de octubre de 2011 se inauguró el CAJ Comunicaciones, pegado a la Parroquia Cristo Obrero, el que otrora fuese lugar de militancia del Padre Carlos Mugica.
Gisela viene de llevar al hospital a su nena, que amaneció con vomitos y fiebre. Nada grave, “una gastroenteritis”, pero hay que cuidarse. Vive muy cerca de uno de los dos Centros de Acceso a la Justicia, y consultada por los trabajadores ñoquis, dice: “siempre vi que se atendió y se trabajo, y cuando no se podía por algún tema se hacía en otro lugar, como cuando se atendía a la gente en los comedores comunitarios, porque se estaba haciendo el galpón”, grafica. Seguido también pone en palabras la situación actual de la presencia del Estado en el barrio: “Antes la presencia se notaba en épocas de elecciones: con la mercadería, pero nada más. Ahora hay asesoramiento jurídico, se hicieron cargo de las cloacas, los cableados de luz, esto era muy importante por el tema de los incendios”, dice Gisela.
Pide hablar acerca de la inscripción en los establecimientos educativos: “en lista de espera todo el tiempo y sin respuestas”. Una muestra que nadie quiere, ni de cerca.
AUDIO: Gisela, vecina Villa 31