VAMOS A VOLVER

LA PERIODISTA MALDITA DEL PAÍS BURGUES

Nunca soñó con ser una estrella de televisión. Tampoco pretendía ser la escritora maldita del kirchnerismo, pero no hay vuelta atrás. Escribió el libro sobre La Presidenta y su Fuerza Propia, además del de la vida de Milagro Sala, primera presa política del ciclo Cambiemos. Fue panelista del programa de culto 678, a pesar de la incomodidad que le producía, por pedido expreso de Cristina Fernandez de Kirchner. Pero su historia, su relación con el periodismo político empezó mucho antes.

Por Dolores Insúa

“Tengo muy pocos vínculos políticos, periodísticamente me gusta sobre-volar”, se presenta la periodista. Su mirada siempre buscó a “lo político” más allá de las estructuras, más allá de lo institucional. Por ejemplo cuando trabajó como jefa de prensa en el regreso de la banda de rock Almendra, en 1980. En los estadios del interior del país se juntaban 30 mil personas, no había espectáculos de ese tipo y ellos aparecían con un mensaje muy claro: vamos a cantar por una generación que no está. Teníamos que pasarles las letras a los delegados militares de cada municipio donde actuaba la banda porque verificaban cada letra de cada canción que tocaban pero para mi estar con ellos, recorrer el país con ellos, fue como estar con los Rolling Stones. Nadie juntaba multitudes en plena dictadura. No se podía.

Sandra Russo terminó el secundario en 1975, en Quilmes, y participó en revistas contra-culturales. Fue parte del Expreso Imaginario y también escribió guiones y columnas en distintas versiones de Humor. Había empezado a estudiar sociología en la UBA, pero le cerraron la carrera y se cambió a Letras de La Plata. “Nadie le daba la dirección a nadie, no podías ir a la casa a estudiar de nadie se estudiaba solo en los bares, aparecían compañeros que nadie les hablaba porque se sospechaba que eran canas, otros que no aparecían más y nadie hacia preguntas”.

En ese clima, desde muy temprana edad fue buscando distintos formatos y herramientas de comunicación con este motor: “que se tocaran temas que tuvieran que ver con estructuras injustas”, y en todo caso piensa que “después vino el kirchnerismo y eso se encuadró un poco más”.

 “A mí el periodismo me interesa en la medida que te puede dar información para cambiar estructuras”.  Un motor de cambio podría decirse, donde el periodismo analice los procesos que sucedieron y suceden en conjunto y donde como profesión aporte una mirada crítica a la sociedad, y no un reflejo repetitivo y llano.

Mini biblioteca

En el bar Varela Varelita de Palermo, la columnista de Página 12, confiesa que hay libros que la llaman y los lee varias veces. Así se fue armando una ‘petit’ biblioteca, que también usa para dar talleres. Se nota que le gusta mucho más programar los talleres, donde habrá espacio para 35 inscriptos, que trabajar como panelista de 678.

Entró a trabajar en Página 12 en 1987 y, con la Alianza en el gobierno, el dueño del diario generó un acuerdo con el empresario Daniel Hadad. Sandra creyó que era el fin de aquel medio. Con el impulso de conseguir otro trabajo antes del declive, comenzó a pensar en la alternativa de llevar adelante talleres de escritura. “Y me armé un tallercito. Era muy loco porque nunca había hecho un taller, no tenía ni de donde copiarme pero salió bien porque sin ese trasfondo modélico, empecé a inventar qué me parecía útil para laburar sobre escritura con gente”.

Esta vez va a ofrecerse como editora de los textos que producen los participantes. Entre los libros leídos y re-leídos, marcados, subrayados y vueltos a leer en ese ímpetu de re-decodificar, de que nada quede fuera del análisis, de extraer el jugo que contienen los textos hasta llegar a la clave del mismo, no puede quedar afuera el escritor francés Roland Barthes con un clásico como es el libro Mitologías que tiene que ver con poder desentrañar un mito en la cultura de masas, Fitzgerald, Carver y su realismo sucio norteamericano, clásicos como Madame Bovary de Gustave Flaubert, el versátil escritor inglés D. H. Lawrence y poesías de Fernando Pessoa, entre otros.

“Es una cosa de puro placer para mi, yo llevo mis intereses pero son intereses que los puedo contagiar fácilmente a la gente que viene a laburar. Mezclo narrativa, crónica y ensayo en el taller porque en mis propias contra-tapas mezclo esos registros”. 

Sobre sus libros

 “Milagro es muy enigmática pero la acción, acción y acción es algo fabuloso. Estás ahí y te das cuenta que todo eso vale la pena. La historia de la Tupac Amaru que más la conmovió fue la de los inicios: “Fueron los años anteriores a las cooperativas, los de las copas de leche, cuando no tenían nada. Es la parte más genuina. Ponía un puñadito de yerba uno, un poco de azúcar, otro se ocupaba de hacer el fuego y eran todos los malditos de los barrios, los que tenían antecedentes penales. Es muy poético, todo en ella es muy poético. Lo que pasa es que es una poesía difícil de desencriptar”.

 En el libro sobre Milagro Sala y la Tupac Amaru, en las primeras hojas, hay una conclusión: Jujuy anticipó el modelo neoliberal y su estallido. Como si esta provincia andina fuera la antesala de lo que luego se replica en el resto del país. Con Milagro presa, sin motivos legales, se tiende a prolongar ese razonamiento, de modo pesimista. “Empezaron por ella”, subraya la entrevistada.

En contraposición al libro sobre Milagro, la autora comenta que escribir el de La Cámpora fue muy complicado. Fue un proceso que duró 3 años de los cuales la primera mitad, los dirigentes de la organización se debatían entre los que querían que se hiciera el libro y los que no. Al margen, valora que escribir el libro la ayudó a entender un montón de cosas sobre la historia del peronismo.

“Como no soy peronista, hay cosas que no las había vivido de cerca. Lo que me pareció que tenía de valor el libro para mi era desencriptar esas historias de los movimientos de los trabajadores desocupados, de las generaciones de peronistas que les daba vergüenza. Hay una vergüenza del peronismo que sin embargo no se niega a sí mismo, que cantaban la marcha en los cumpleaños. Tuve que hacer una cadena de sentido entre la generación anterior que eran los referentes de ellos”.

También le gustó acercarse y conocer las historia de los hijos de desaparecidos Juan Cabandié y Wado de Pedro, y también destaca que “conocerlo a Máximo Kirchner fue muy fuerte. Yo no lo conocía y realmente no me decepcionó”.

“Si queremos volver, esto lo tenemos que cambiar”

 ¿Te divierte mucho tu trabajo?

-¿Cuál? ¿Éste? (Refiriendo al taller literario). Este sí, 678 no.

La aburría. Se anima a criticar la política de comunicación de la década kirchnerista. A pesar de los insultos en las redes sociales. Para no repetir errores.

“A mi me gusta pensar los contenidos, pensar la integralidad de un programa. No sentarme a que me digan que hable sobre tal tema, que era lo que hacían en 678. Eso lo hice porque me lo pidió Cristina, sino no lo hubiese hecho nunca. La (ex) presidenta me dijo que le parecía que yo tenía que estar ahí. Entonces yo acaté y estuve 6 años.
Pero la verdad que nunca me gustó el formato. Era un laburo muy difícil”.

El programa era sobre análisis de medios pero les pedían que hubiera más debate político. Ella no se sentía cómoda con eso, prefería decodificar a los medios hegemónicos,  por eso el fuerte eran los informes. “No se por qué Tristán Bauer no hizo un programa de debate político, nadie se lo impedía”, se defiende, cuando reclaman más debate político.

Como panelista del programa de culto k fue amada y odiada. No era ser panelistas de un programa cualquiera era “como una especie de apostolado: de bancarte las puteadas todos los días en la calle, en los supermercados, en los cines, que te echaran del lugar, que te insultaran, escenas de mierda con mi hija, que me mandaran un barra brava a pegarme a un bar”.

Ahora siente que la “dejaron en banda”, a ella y a sus compañeros de la productora PPT, donde hay muchos despidos. No lo dice a título personal, es un cuestionamiento más profundo: los funcionarios kirchneristas que estuvieron en el área de comunicación no estuvieron a la altura de las circunstancias. “Si queremos volver esto hay que cambiarlo. Yo estoy diciendo que un proyecto colectivo te tiene que contener, y que falló en eso. Hay miles de compañeros en banda sin contención, sin nadie que les diga: bueno tenemos un plan b. Yo no puedo creer que después de 12 años no haya un solo medio real leal interesado en la política de comunicación. Hay un desprecio a la comunicación y es un problema grave”.

Cuestiona además que se hayan pedido favores a “empresarios que están en mega obras” para que pongan una radio. Porque “a esos tipos no les importa”. Está dolida también con su desvinculación con Radio del Plata porque a fin del año pasado le afirmaron que el ciclo iba a continuar. Hace unas semanas le avisaron que tenía que poner la plata para cubrir el vacío de la pauta oficial.

Su programa tenía un público muy fiel, buscó que alguien de la política bancara el espacio, pero no lo consiguió y lo tuvo que levantar. “Mientras tenían pauta oficial bancaron alguna programación, mi programa entre ellos. Se terminó la pauta, les dejó de interesar”. Ella disfrutaba mucho haciendo ese programa, sentí que aportaba. Pero otra vez, se encuentra con el desprecio de una dirigencia por las herramientas de comunicación: “Esa parte del kirchnerismo no está laburada y hay que volver sobre eso”.

Yo creo en los nichos, la única manera de volver a recupera fuerza de contenido es renunciando a aspirar a ser vos TN, no se puede pensar en una pasividad tan grande sin renunciar a calidad entonces a mi me parece que tienen que florecer un montón de nichos confluentes en alguna madre digamos que los contenga”, considera, respecto del desafío vigente. Es enfática: “No hay que resignarse al código porque la complicidad en comunicación es muy importante sino que hay que multiplicar los nichos”.

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