VAMOS A VOLVER

“VAMOS A VOLVER PARA VOLVER A TENER FUTURO Y SUEÑOS… ESO ES LO MÁS LINDO”

Hija de un obrero peronista y una maestra radical, “hoy todos kirchneristas”. Desembarcó en Buenos Aires para estudiar, militar, militar y trabajar. Apasionada por la historia de nuestra Patria Grande, asegura que “La grieta nació en el SXIX y hasta hoy que no la hemos podido resolver”. Con sólo 33 años es la actual Secretaria General del Sindicato de Trabajadores Judiciales (SITRAJU) y candidata a Diputada Nacional en la Provincia de Buenos Aires por Unidad Ciudadana. Oriunda de Mercedes, donde militó toda su vida, Vanesa Siley asegura que “lo que más me preocupa de este Gobierno es que nos sigan sacando derechos”. Ante la inminente reforma laboral que propondrá Cambiemos luego del 22 de octubre, afirma que en realidad “el mayor flexibilizador es el miedo: el miedo paraliza y disciplina”. No oculta su entusiasmo ante la posibilidad de asumir una banca en el Congreso para “representar, con la mayor honra posible, al movimiento obrero” porque “una democracia completa necesita de las instituciones y de las organizaciones del pueblo”.

Por Juan Esteban Kirchner / Fotos: Gabriela Manzo


– Si te remontas en el tiempo… ¿Dónde puedes hallar el nacimiento de tu militancia, el compromiso con el otro?

Mi viejo obrero y mi vieja maestra. Mi papá peronista y mi mamá radical… hoy todos kirchneristas. Mi papá de familia de obreros, mi abuelo paterno ferroviario, delegado ferroviario y mi vieja hija de panaderos, panaderos que siempre fueron muy antiperonistas, históricamente. Mi abuela muy, muy radical, como mi abuelo. Todos de Mercedes.

De chica, como iba a un colegio público, los sábados nos mandaban a catequesis. Era muy aplicada en el colegio, fui abanderada, tenía muy buenas notas y en catequesis era igual… Y bueno, me re copé con catequesis e iba ayudar los domingos al barrio, laburaba mucho con las familias, los pibes. Tendría diez años. Iba, ayudaba, me comprometía con el ayudar al otro. Esa fue la primera expresión de pensar en hacer algo por el otro.

– Y luego te viniste a estudiar a Buenos Aires…

– Conocía Buenos Aires pero muy poco. Veníamos con mi mamá a comprar ropa cuando empezaban las clases. Nada más. Y cuando me vine a vivir acá fue como: “Bueno, estoy sola. Ahora me tengo que saber manejar sola”. Mi idea era estudiar, trabajar, militar y militar… También encontrarme con compañeros y eso me pasó en la facultad. Me encantaba. También iba y venía los fines de semana a un comedor en Mercedes. Siempre milité en Mercedes.

-¿Laburo? ¿Dónde? ¿De qué?

– Siempre laburé. Hice de todo: repartí volantes, fui moza, call center… lo que te puedas imaginar, pero mi primer trabajo en blanco fue en el 2008 en el Poder Judicial. Entré el día de mi cumpleaños y, como los que venimos de abajo somos muy agradecidos, lo primero que hice fue ponerme a disposición del gremio. Fui unos años delegada de base y en el 2010 se hace como un proceso de unificación con gente del otro gremio, la AEJBA, que se pasó a la UEJN y nosotros (SITRAJU) fuimos a elecciones y fui propuesta para ser Secretaria General.

EL MEDIO PELO, “LA GRIETA” Y EL PARTIDO JUDICIAL

– Venís de un fin de semana movido, de campaña, pero también estuviste en la Fiesta Nacional del Salame en tu ciudad natal…

– Sí, y ahí se da un hecho interesante. La Fiesta Nacional del Salame de Mercedes siempre fue una fiesta bien popular, con vecinos de los barrios y mucha familia. Pero hace 10 o 12 años, cuando refloreció el turismo interno en la Provincia de Buenos Aires, se le dio más vida a las fiestas populares como un hecho pintoresco del lugar… entonces, ¿qué pasó? A la fiesta del salame empezó a venir gente de plata. Primero gente de plata de afuera, no de Mercedes, y después, por imitación (fijate como somos) empezó a ir la gente de más dinero de Mercedes.

Esa es una batalla cultural que tenemos que dar porque nuestra clase media porta con la idea de que siempre lo que viene de afuera es mejor y es lo que hay que imitar. Es la descripción de Jauretche del medio pelo de la sociedad Argentina. En el caso de los porteños, el “afuera”, lo aspiracional, está cruzando el Océano.

– ¿A qué otros autores del campo nacional y popular sueles recurrir?

El revisionismo histórico me interesa mucho. Cuando me vine a estudiar a Buenos Aires me vine a estudiar Historia en Puán, no Derecho. Y vos sabes que para mí fue terrible: no leía nada de lo que me gustaba, “Me cambio de carrera” dije. Me fui a estudiar Derecho y en paralelo a la carrera, autodidacta, leía lo que a mí me gustaba de la historia.

Me apasiona la historia del SXIX: como devino esta Patria Grande a ser lo que somos hoy, y creo que allí está el germen y cómo finalmente se instaló algo que hasta hoy perdura que es la famosa grieta. “La grieta” nació en el SXIX y hasta hoy que no la pudimos resolver.

– ¿Y no te pasó algo parecido con la carrera de abogacía? Me refiero a la lectura…

– Absolutamente, pero todo el tiempo hice la carrera sabiendo que estaba adquiriendo una herramienta.

– ¿Para qué?

Para hacer política. Para hacer justicia… para eso. ¡Y para poder laburar también! Necesitaba una herramienta para laburar…

– Si la grieta es algo que atraviesa la historia de nuestro país…  ¿a qué época, entonces, puedes ligar este momento?

– No lo puedo interpretar ligándolo a una época determinada. Me cuesta un montón. Pero sí puedo notar que nuevamente los dos sectores, quienes conformamos el pueblo y el antipueblo, si se quiere, están librando una batalla en la cual hoy, el pueblo, está perdiendo.

Por eso Perón hace un punto de inflexión en la historia: nuestros momentos, que fueron pocos, perduraron más según el nivel de intensidad en el que se produjeron los cambios sociales y en el nivel en el cual esos cambios, a favor del pueblo con la adquisición de derechos, se institucionalizaron y se instalaron. De todo lo que lo acusaron al peronismo: autoritarismo, de que no había democracia, de que no había república… bla bla bla, era todo lo contrario. Por eso las instituciones de la democracia nacidas al calor del peronismo pueden perdurar en el tiempo.

– De autoritarios también fueron acusados Bolívar, Chávez…

– Todos… de los nuestros fueron acusados todos.

– ¿Y lo distinto qué es entonces?

En todos los momentos históricos hubo similitudes regionales de los procesos, como está pasando hoy. Toda la vida, la prensa, desde que existe como tal, jugó un rol en la opinión pública, pero el que está jugando hoy es avasallante, eso es lo novedoso. Es avasallante el poder de los medios que se relaciona, obviamente, con el poder económico y, con lo que llamo, una pata pública… porque no en todos lados es el Poder Judicial como aquí. En Paraguay, con Lugo, fue el legislativo; en Brasil fue el legislativo con Dilma Rouseff, pero también fue el Poder Judicial… se turnan, vamos a decirlo; en Honduras, con Zelaya, fue el Poder Judicial; en Venezuela es la Asamblea Legislativa. En todos los casos se juega siempre con los grupos de poder económico, los medios de comunicación y alguna pata pública. Pero lo novedoso es la potencia de los medios de comunicación.

– ¿Es muy arriesgado pensar que si antes el poder pasaba por quien contaba con los medios de producción hoy pasa por quien tiene los medios de difusión?

– Son lo mismo. Son los mismos. Ese poder económico, encontró una manera de reasegurarse su poder económico influyendo en la opinión pública de forma determinante.

– ¿Sentiste que tenía razón Cristina cuando lanza la famosa frase de que “más que Poder Judicial es un partido judicial”?

Sí, totalmente. Nosotros apoyamos la Ley de Democratización de la Justicia pero creo que no se concretó por tres cosas. La primera: todo cambio necesita un sujeto transformador, alguien que sea protagonista de esos cambios. El sujeto transformador siempre es colectivo. No es nunca una persona y ese sujeto transformador deberían haber sido los trabajadores judiciales, y no estuvo ese sujeto. No estuvo. La otra cuestión: es que todas las leyes de la democratización… ¿dónde terminaron? En el propio poder judicial. Y tercer aspecto: preguntale a cualquier persona qué es el Consejo de la Magistratura. ¿Cómo alguien va a defender, o votar a alguien, que no sabe para qué sirve el lugar que ocupará? Quizás faltó los foros que se hicieron para la Ley de Medios… eso nos faltó. Nos faltó tiempo.

Ahora, nosotros vamos a tener que pensar en un nuevo modelo de Estado en un nivel constitucional. Una nueva constitución aunque hoy, claramente, no es el momento.

LA REFORMA NO ES SÓLO BRASILERA

 – Lo que urge por el momento es frenar el avance sobre los derechos de los trabajadores.

– Cuando en Brasil se avanzó con la contrarreforma laboral se hizo después de generar una enorme desestabilización institucional y social con acusaciones al PT, a la Presidenta de la Nación y a un montón de funcionarios por corrupción por el caso Lava Jato. Eso llevó a la deslegitimación judicial y mediática de Dilma Rousseff (una clara muestra de una democracia en emergencia). Recién después, la frutilla del postre, fue la contrarreforma.

Si en la República Argentina, con el modelo sindical que tenemos, nos encontramos en la instancia en la cual un Gobierno y los empresarios se animan a tener en carpeta un proyecto de flexibilización laboral es porque ya estamos en camino a una crisis laboral-social. La flexibilización laboral, en los hechos, ya está acá: si vos tenés miedo a perder laburo, sabiendo que no hay otro laburo para conseguir, te terminas bancando la que sea (que te maltraten, quedarte después de hora, o bien frases como “mirá cómo está todo, agradece que tenés laburo”). Entonces, la flexibilización laboral ya llegó. El mayor flexibilizador es el miedo: el miedo paraliza y disciplina.

– ¿La reforma laboral, en concreto, que significaría para los trabajadores?

– La contrarreforma que quieren instalar acá, similar a la de Brasil, la resumo con un par de figuras: la primera es la discusión individual de las condiciones laborales, la persona con la patronal. Esa negociación es sumamente desproporcional y abusiva. El trabajador frente al poder del empleador y a un ejército de desocupados. Así la negociación no existe, no existe. No hay capacidad de que se ponga ninguna condición por parte del trabajador. Entonces no es una negociación, sino una imposición autoritaria.

El derecho del trabajo es el límite al poder del empleador, entonces tiene que ser rígido. Lo más rígido posible es lo más beneficioso a la parte débil. Lo más blando, lo más flexible, lo optativo, es lo más perjuicioso para la parte débil. El que opta siempre es el patrón, nunca es el trabajador. Si la ley dice por ej. “podrá ser de doce horas” significa que va a ser de doce horas.

Otra que quieren hacer es la flexiseguridad. Esa es la palabrita nueva. Es una nueva forma que se implementó en Brasil y algunos países europeos donde se elimina la estabilidad laboral que garantiza nuestro artículo 14 bis de la Constitución Nacional ¿pero de qué manera? Tramposa. Dicen flexiseguridad: “vas a tener seguridad en el empleo, pero te puedo despedir sin previo aviso, sin indemnización y quizás te sigo pagando el seguro de desempleo (que lo paga el Estado), te lo aumento y te lo extiendo por cinco años…” por decir algo. Esa es la flexiseguridad: flexible de echarte pero seguro que algo vas a tener.

Ellos nunca dicen la verdad, todas son mentiras disfrazadas. Como la “Reparación Histórica”: una gran frase para después poder habilitar los recursos de los fondos de garantía de sustentabilidad; o bien cuando dijeron que iban a sacar el impuesto a las ganancias: en definitiva hoy más gente paga el impuesto a las ganancias que antes.

Lo que buscan es cambiar el modelo sindical y hacerlo de pluralidad sindical, lo que significa 850 sindicatos por actividad, ¡imaginate una mesa de negociación así! Ese modelo de pluralidad sindical existe en gran parte de América Latina, no en Argentina. Andá a ver si en alguno de esos países encontrás un hotel sindical, mientras que acá es lo más común… u obra social de los trabajadores manejada por los trabajadores, no existe.

Vos recorrés una fábrica en México y el único afiche que ves pegado es el de Lupita, la Virgen de Guadalupe. En eso creen los trabajadores, y no es por Lupita sí o Lupita no, es por quién te puede garantizar los derechos y quién no. Por eso siempre la creencia es fundamental, que el trabajador crea en su sindicato es lo fundamental. Es la legitimidad, es la principal fuerza.

PUEBLO ORGANIZADO Y TRABAJADOR IDENTIFICADO

– Si algo le molesta a este Gobierno es que el pueblo se pueda organizar.

Sí… definitivamente. Todo lo que sean defensas de las partes débiles de la sociedad, de los sectores más humildes, ellos van a atacarlas y algo peor: desprestigiarlas. Por ejemplo: el abogado laboralista es un mafioso; al juez laboralista que falla a favor del trabajador se le inicia juicio político; a los sindicalistas se les acusa de todo lo que te puedas imaginar. Entonces, para ir por los trabajadores rompen sus barreras de contención y protección, eso es lo que ellos hacen todo el tiempo. Lo mismo que con cualquier organización social o la protesta social.

Nosotros, para tener una democracia completa vamos a necesitar de las instituciones y de las organizaciones del pueblo. Esté el gobierno que esté, la organización del pueblo tiene que estar, y si hay un gobierno popular esa organización tiene que estar integrando el Estado, esa es la única y gran diferencia. El mayor poder que tenemos nosotros es organizarnos para evitar que nos laven la cabeza con información falsa, para informarnos entre nosotros… en definitiva para saber. Y eso es batalla cultural, es un trabajo donde los sindicatos tenemos muchísimo por hacer ahí. Muchísimo, casi todo te diría. Es una batalla cultural que tenemos que dar los representantes de los trabajadores. Es en definitiva la constitución de la identidad del trabajador.

– Hay muchos profesionales que no se asumen, primero, como trabajadores.

– ¡Imaginate en el poder judicial! A nosotros realmente nos costó un montón asumirnos como trabajadores. Nos cuesta todavía. Nosotros tenemos un convenio colectivo de trabajo que para mí es la biblia. Y el convenio de los trabajadores judiciales de la ciudad tiene un convenio colectivo de trabajo que no existe en todo el país y así y todo, algunos compañeros trabajadores judiciales no quieren estar contenidos en el convenio, o no saben lo que significa porque son funcionarios, abogados o profesionales.

– ¿Y vos cómo das esa batalla?

– Hay algo muy interesante que alguna vez dijo Raymundo Angaro:Los trabajadores son lógicos y no ideológicos”. Entonces, a partir de ahí, aplico el sentido común a todo lo que hago y después doy la discusión política. Y no podemos olvidar que estamos en un país donde ser sindicalista es ser feo, malo, ladrón… corres siempre con una presunción negativa, entonces arrancás la carrera veinte metros más atrás del resto para encarar cualquier cosa que hagas (imaginate si sos mujer, ni te cuento).

Nosotros en SITRAJU empezamos, primero, por el sindicato: lo abrimos, lo democratizamos, generamos comisiones internas cuando no había, espacios de trabajo, de cultura, de discapacidad, de género… esas pequeñas cosas fueron acercándonos y empezamos a pelear derechos: aumentamos la licencia maternidad, la de paternidad y también una expansión en el lugar del trabajo de los referentes del gremio. Agregamos también la fiesta del gremio, que es la fiesta del año de los judiciales y no importa si es de nuestro gremio o no. O bien al día del niño lo llamamos el día del judicialito. Todo eso es generar identidad en el trabajador. Esas cosas van generando identidad.

DESAPARECIDOS Y PRESOS POLÍTICOS EN ¿DEMOCRACIA?

– ¿Qué reflexión tienes sobre el caso Santiago Maldonado a sólo unos días de cumplirse dos meses de su desaparición forzada?

– Creo que Maldonado podría haber sido cualquier compañero mío de la secundaria o del gremio. Cualquier compañero o trabajador judicial podría ser Santiago Maldonado, y eso me genera mucha responsabilidad como militante sindical y política.

El caso Santiago Maldonado debería generar una alarma y un alerta a toda la población y a todas las instituciones de la democracia de que no podemos ser cómplices de un Estado que no se hace cargo de lo que hacen sus fuerzas de seguridad, más cuando esas fuerzas actúan por y bajo órdenes directas e indirectas, y estas son las políticas.

– ¿Milagro Sala?

Milagro Sala es la mayor injusticia de la actualidad, ejercida por el propio Estado jujeño donde no hay, prácticamente, Estado de Derecho. Comprando y usando a la gente para que declare en contra de ella; desmantelando una organización social. No te gustaba lo que Milagro hacía, perfecto, pero no lo desmanteles, hacé algo mejor… pero no lo destruyas.

Y nunca falta el hecho de ser mujer. Fijate que a Cristina también le pasa lo mismo, los ataques son más despiadados. Las mujeres que han decidido luchar por el pueblo y por los más humildes hemos sido doblemente atacadas. Cristina, por su condición de género, es uno de los casos de violencia política más claro y más explícito: a ella no la atacan solamente por sus decisiones y convicciones políticas sino por ser mujer. Las cosas que le han dicho y le dicen, no se hubieran animado con ningún varón.

UNIDAD CIUDADANA PARA VOLVER A TENER FUTURO… Y SUEÑOS

– ¿Qué es lo que más te entusiasma de ser candidata a Diputada Nacional de Unidad Ciudadana?

La posibilidad de representar, con la mayor honra posible, al movimiento obrero y que el movimiento obrero esté discutiendo la política estratégica del campo popular. Eso me entusiasma.

– ¿Cómo darás batalla desde el Congreso?

– Lo que más me preocupa de este Gobierno es que nos sigan sacando derechos. Ya nos están sacando derechos con la política económica, lo que no quisiera es que lleguen a hacerlo legalmente. ¿Sabes cómo se contraresta? Laburando para tener más derechos.

Lo importante no es llegar, lo importante es permanecer. Si nosotros logramos sostener los derechos que tenemos bien. Llegar no es nada, es la nada misma. El que se cree que llegando se solucionan las cosas está equivocado… se solucionan permaneciendo.

Unidad Ciudadana tiene un programa que se llama Unidad ciudadana Para Volver a Tener Futuro. Vamos a volver para volver a tener futuro y sueños. Eso es lo más lindo. En ese programa el trabajo es central, como es fundamental la industria nacional: hacer una política desde el Congreso de la Nación que revise el comercio exterior y que revise qué productos entran y cuáles no porque eso destruye a la industria nacional. También está presente el cuidado del sistema previsional argentino; revisar tarifas, los aumentos excesivos que se produjeron y considerar a los servicios públicos como un derecho humano que es lo que son; declarar la emergencia laboral para evitar despidos; declarar la emergencia alimentaria para hacer una revisión profunda de los elevados precios y las remarcaciones que hay y todo eso tiene que ser coordinado con la organización popular. Grandes y lindos papelitos que se llamen leyes si no hay un basamento social que los defienda, los proteja y los quiera y los quiera tener no sirve.

NOTAS RELACIONADAS

DANIEL FILMUS / GISELA MARZIOTTA / LEANDRO SANTORO / MARIANO RECALDE