(Por Lucas Molinari*) Otro 17 de agosto. Seguramente en muchas escuelas recorran la Batalla de San Lorenzo. En otras el Cruce de los Andes. O quizás el paso del Libertador como Protector del Perú. “La asombrosa excusión de Zamba” es posible que se proyecte para dar cuenta de qué hizo San Martín. En los medios masivos de comunicación tal vez haya alguna mención, incluso algún historiador invitado dará un perfil de aquel militar. Pero lo que seguramente va a faltar es un debate abierto sobre qué implica la figura de Don José para el presente argentino.
Un revolucionario
Hay historiadores que basados en el discurso mitrista confunden las razones por las cuales San Martín vino al Río de la Plata a los 35 años, siendo un militar de carrera en España. Carlos Salas explica que “se encendieron en su espíritu las fuerzas telúricas (…) haciéndole añorar a su América lejana y ansiar el regreso”. Es poético, pero falsea los hechos. Porque desconecta la lucha ibérica de la americana.
Por eso vale afirmar que San Martín viaja a Buenos Aires para sumarse a la Revolución, que en América tenía el impulso que había perdido en Europa. Libertad, igualdad, fraternidad; el ideario que marcó su pensamiento y accionar político.
Gobernador de Cuyo – Protector del Perú
Para construir el Ejército de los Andes expropió a los ricos y montó un plan industrial con Fray Luis Beltrán en el Plumerillo. Buenos Aires le dio la espalda, pero él continuó la gesta, sabiendo que dadas las condiciones históricas se debía avanzar con firmeza. Asimismo tras liberar Perú buscó quebrar la estructura esclavista de aquella sociedad colonial que se resistía al cambio.
El legado
Juan Domingo Perón el 31 de diciembre de 1950, año del Libertador General San Martín, enseñaba en su discurso recordando al prócer:
“El general se hace; el conductor nace. El general es un técnico; el conductor es un artista. (…)
Como no concibo un hombre sin alma, nunca he concebido un conductor sin causa. La grandeza de San Martín fue precisamente la de haber sido el hombre de una causa: la independencia de la Patria. Él confiesa haber vivido sólo para esa causa. La verdadera grandeza de los conductores estriba precisamente en que no viven para ellos, sino para los demás. (…).
Reza un viejo poema árabe que se grababa en las hojas de los sables: `La cobardía es una vergüenza, y el valor es una virtud. Y aún cobarde, el hombre no escapa a su destino. Vive digno y muere también digno, entre el chocar de las espadas y el tremolar de las banderas´. Sin esto la victoria no es posible. Por eso, San Martín, frente a todos los escepticismos y a todos los renunciamientos de la época, juega todo a una carta y vence, porque Dios ayuda a los valerosos cuando tienen genio, sino suele estar de parte de los batallones más numerosos”.
Espíritu
Es el valor del patriotismo, de la lucha contra los que dicen que “es imposible”, el ir a fondo con las transformaciones sociales y políticas. Lo que actualmente significa pararse de manos ante un gobierno cipayo como el argentino. Que se necesita de una mirada regional, como patria grande, y social. Porque no se resuelve la pobreza sin disputar, por ejemplo, la “renta agraria”, que implica pelear hoy con el complejo agroindustrial y financiero. Como vimos en el 2008, esto conlleva un desafío para el frente nacional cuya unidad programática es clave, así también como la existencia de una conducción al menos similar a la descripta por Perón.
Liberación o Dependencia
Claro que la reflexión histórica en 2017 lleva a reflotar ante cada acto de gobierno macrista esa consigna surgida en la Resistencia: “Liberación o Dependencia”. En la cual aquellos militantes de la Juventud Peronista “recuperaron” el sable del General de la manos de un “ejército entregador” para llevárselo al, denominado por los fusiladores, “tirano prófugo”. O los cóndores liderados por Dardo Cabo que plantaron soberanía en nuestras Malvinas. En cada hecho político, la búsqueda de gestar conciencia en nuestro pueblo que tenía en esos años fresca la experiencia de haber vivido la justicia social. Como también, en cada lucha del movimiento obrero organizado que en Argentina desarrolló un sindicalismo único a nivel mundial. Y que ha gestado la mejor defensa de lo nacional.
Actualmente vale reivindicar las virtudes de la política del kirchnerismo, pero es menester ahondar en la crítica. Para que ese “vamos a volver” implique una discusión entre quienes buscan transformar nuestra realidad.
Y dar cuenta de todas las dependencias plantadas en 1976, que no se quebraron en la década pasada. Y no hace falta enumerarlas sino simplemente dar cuenta que Macri asumió y no tuvo que cambiar la Constitución, no tuvo que sacar tantas leyes… Destrozó las bases del Estado Inclusivo a decretazos. Y va a fondo, porque sabemos que va a profundizar.
Por eso este 17 de agosto es un buen día para rendir homenaje al Libertador y renovar el compromiso en la lucha por liberar nuestra patria. Aprendiendo del enemigo que hoy gobierna profundizando su modelo colonial a un ritmo acelerado. Al contrario de aquel 2011 en el que la concepción acomodaticia fue hegemónica (el tan escuchado “no da la correlación de fuerzas”) y se censuró el debate militante sobre las tareas de “profundización del proyecto nacional”.
En fin: tener espíritu sanmartiniamo significa tener conciencia que el desafío es terminar con el “empate histórico”, que son ellos o somos nosotros. Dicho por San Martín: “O la América es libre, a costa de sus propios esfuerzos, o desciende encorvada al cadalso que le preparan los tiranos”.
* Periodista Radio Gráfica