(Por Sacha Kun Sabó**) El neoliberalismo Cambiemos, forma particular del capitalismo globalizado, nos ha direccionado desde hace poco más de 18 meses hacia una crisis de gran escala, que todavía no ha alcanzado su techo máximo. Se la avizora de una profundidad sombría, pocas veces vista. La deuda externa contraída a cien años es prueba de ello. Los desocupados, el cierre de empresas, el aumento de los servicios, el endeudamiento, la pérdida de derechos, la caída del poder adquisitivo, la represión, los presos políticos, la inflación, no hacen mella en el pensamiento del argento “globulizado”, ahora invitado a sacarse una foto-retrato en forma de agradecimiento para luego “compartirla”. ¿Agradecimiento a qué?
Un nueva forma económica que cierra sus números con endeudamiento masivo a largo plazo para cancelar el déficit fiscal y fortalecer empresas amigas en un goteo permanente de dólares hacia el exterior. Los economistas locales y mundiales todavía no llegan a un acuerdo sobre la duración de la misma ni del impacto que tendrá en las generaciones venideras. ¿Que mantiene los altos índices de aceptación social de un presidente considerado uno de los más corruptos por la prensa mundial?
Digámoslo: esta no es una derecha clásica conservadora. Nos encontramos con una nueva entente apoyada en un trípode de empresas multinacionales, poder medial concentrado y corporaciones judiciales. Esos mismos grupos, otrora golpistas, que ya no necesitan de acciones cuarteleras. Esta remozada construcción antipopular se extiende en forma virulenta por el mundo, pero sigue teniendo los mismos problemas estructurales que el corazón del imperio esparce como consecuencia de sus desacertadas políticas económicas. La caja rápida de Wall Street, para paliar fronteras adentro estas crisis recurrentes del país del norte, siguen siendo las naciones emergentes del mundo. Desde la Ley Monroe en adelante que a nosotros nos toca ser el patio trasero (léase Latinoamérica y sus respectivas economías dependientes).
Desde la crisis del petróleo en 1973 la solución alquímica ha sido la misma, la financierización de las economías en detrimento de su industrialización y las políticas sociales. Fase del capitalismo global que lleva en forma desaforada y antropofágica a una concentración inusitada, en mínimas manos, de los recursos renovables y no renovables. El endiosamiento absoluto del mercado, profundizando desde esta lógica neoliberal una nueva extensión planetaria de la desbastación.
Para lograr esto se necesita una descalificación de cualquier accionar social del estado, entendiéndolo como un costo superfluo. Estas políticas son apoyadas y adoptadas por otras potencias del mundo, en concomitancia con la comunidad financiera internacional y organismos multilaterales como el FMI.
Podríamos quedarnos con este escueto análisis macroeconómico, pero el fin último del neoliberalismo no es de corte mercantil sino cultural. Y hablamos de cultura no en términos educativos sino como forma idiosincrática. Ya lo decía Martínez de Hoz en un reportaje radial en 1999… “El Proceso de reorganización nacional no fue tanto un golpe de estado para instalar un nuevo modelo económico sino para reorganizar el pensamiento de los argentinos. Por ello se tomó como punto de partida el proceso fundante de la nación del General Julio Argentino Roca que se llamó proceso de organización nacional… nosotros vinimos a refundar esa argentinidad, a modernizarla, un cambio cultural de mentalidad”.
En sintonía con este tipo de discursos, Mauricio Macri pronunció lo propio en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso 2017: “…El país está cambiando. Argentina se está poniendo de pie…”(…) “…Tenemos que tomar medidas contundentes, que exigen un cambio de mentalidad…“, o tras su gira por Asia: “…no existe discutir si uno hace paro ¿Querés parar? Tenes derecho, pero no podés discutir. En eso tenemos que ir evolucionando en el cambio cultural”. En ese mismo marco sostuvo que “la renovación va a profundizarse en Argentina” y señaló que “hace falta un cambio cultural acompañado por gente con otra mentalidad” (ANDigital 21 de mayo del 2017).
Entonces el neoliberalismo no es solamente un Abadon mercantilista devorador de políticas sociales y exterminador del estado benefactor, sino una nueva simbología de dominación, una nueva construcción de consensos hegemónicos y subalternos. Como diría Cornelius Castoriadis “Una nueva Institución Imaginaria de la sociedad”.
Este lugar es donde lo privado se apropia de lo público en una recategorízaciòn del “Business”, la administración de la pobreza, pero para ello se hace necesaria la construcción de nuevas mentalidades. Una matrix constituyente de sujetos felices de su inmovilidad psíquica y social. Una concepción de la realidad donde la lógica individualista del mercado lo invada íntimamente. El llamado onanístico de la sirena neoliberal que lo lleve a no tener conciencia de la alteridad, la potencia cautivante de la interpretación social desde la ontológica umbilical.
La retórica de Durán Barba es clara en el dominio del lenguaje, mucho más desde la imagen fácil/emotiva que desde el dato duro/fáctico, por eso la necesidad ominosa de una pata mediática en este nuevo esquema de poder. La lingüística estructuralista de Ferdinand Saussure, y el propio Rolad Barthes, ya sostenían hace décadas esta importancia del manejo del significado-significante como forma de construcción del sujeto consiente e inconsciente. El mismo psicoanálisis lacaniano habla de esta temática y la incursión de la palabra en la construcción del psiquismo. El lugar básico e inmanente de la batalla cultural… la palabra.
Una simbología mental, acrítica, sin techo de característica ilimitada, donde esa categoría el capitalismo no pueda ser interpelada. Porque está conformada, instalada desde la propia neurolingüística, con formatos intrusivos en los seres humanos, construyendo una subjetividad sesgada e individualista perse.
En tanto los seres humanos, como seres de la cultura, constituyan redes sociales desde esta perspectiva, estas mismas estarán viciadas de un egoísmo fundacional que hace difícil su delimitación. La edificación de esta subjetividad neoliberal individualista está cementada no en la realidad dolorosa que nos golpea, no en la economía de todos los días, no en el compromiso de la militancia, sino como diría Durán Barba en la emoción optimista. Sólo se puede construir sujetos sujetados desde la seducción de la promesa de un futuro vacío de contenido, “acerebrado”, pero prometedor de felicidad, alegría y exultación única y propia y donde los globos de colores sean entitativos de una ontología del éxito. Alegría propia, privada, en términos de poder acceder a ella, poseerla con sello de compra venta.
Para el ecuatoriano devenido en asesor presidencial, la política aburre al conjunto de la sociedad, se necesita operadores ceos que le saquen esa pesada responsabilidad a la población y es aquí donde el mundo ceo se hace fuerte, sin intervención y sin regulación, porque como decía Francis Fukuyama en “El Fin de la Historia” se debe instalar el presupuesto que nada se puede cambiar, ni nada se debe cambiar, porque llegamos al lugar donde queríamos llegar, o sea, al neoliberalismo. Esta condición de autismo racional se construye entonces, no con ciudadanos como en el liberalismo clásico, sino con clientes dentro de este proceso de administración privada de lo púbico.
Los gurúes “New Age” que el gobierno instala hasta para aprender a respirar, son teóricos de la auto eficiencia – eficacia individual donde la premisa fundamental es éxito material, un neo-evolucionismo que plantea la supremacía del más fuerte con reglas de mercado. Sólo importa el valor de lo propio, el desconocimiento de cualquier otredad. Sentimiento profundo de sumatoria de ese capital mezquino y subjetivo del yo, un anhelo de posesión absoluto un “cratos” individual, sin fronteras. El pensarse así mismo en términos de empresa de maximizar la relación costo beneficio en las relaciones interpersonales en un mandato, como dice Duran Barba, “…donde cada persona vea su existencia como si fuera una empresa corporativa” y donde el estado sea justamente eso, quien me compele al éxito en mi empresa personal.
Hace unos días atrás Jorge Aleman, en nota de Página 12 del 5 de junio, cita el trabajo de Laval – Dardot donde se sostiene que, en estas formulaciones, el sujeto se engendra a sí mismo ilimitadamente como capital financiero y el capital financiero como sujeto. Dicen los autores, y acordamos en este punto, que dicho discurso no es otra cosa que un movimiento circular tal como lo sintetiza Jacques Lacan en relación al capitalismo y el proceso de Endo-culturalización del individuo.
La reproducción ideológica del modelo, en forma contundente, desde todos los resortes pertinentes como educación, propaganda, leyes, sistema represivo, etc., van construyendo un “homo” que ha derribado todas las paredes. Construcciones del humanismo en relación a la alteridad, a un otro que ya no me molesta, en su pobreza, sino que es invisibilizado desde la percepción misma. Como las autopistas del procesista Osvaldo Cacciatore: lo que no sirve se derriba o invisibiliza, como la erradicación las villas porteñas en los años de plomo de la década de los setenta. Siendo no casual que el propio Mauricio Macri lo nombre como “el” referente a seguir en cuanto gestión metropolitana.
Esta es una regresión absoluta a la construcción de la razón en términos de la modernidad y la declaración universal de los derechos del hombre, en una animalidad individualista de presente continuo consumista, sin consecuencias en el accionar porque justamente es la supremacía del más fuerte, tal como lo planteaba el propio Adam Smith o el darwinismo social.
Este votante prototípico de cambiemos en su autovaloración absoluta, vive en esa cerrazón mental, sin fisuras en el gozo, como dirían los citados autores, en el deleite del valor, que es el mismo sujeto, regodeo que sólo es reafirmado en tanto aumenta su valor material y de auto visión exitista, siendo esta una construcción cíclica y perenne.
Pero como es una formulación paradigmática, atraviesa no solamente el pensamiento hegemónico, sino toda la sociedad y la cultura. Por ende, formatea todo el campo de lo social, inclusive a los sectores subalternos. La fijación de categorías huecas, pero ancladas en la promesa idílica de un futuro cercano feliz, es donde el sujeto-empresa piensa que se merece este futuro en forma personal y en experiencia única. Cambiemos logró un núcleo duro de sujetos que piensan desde esta perspectiva. El éxito de la construcción se debe a una simbología donde este, valor- capital, es de características irresistibles, incluso para aquellos que fueron desposeídos por las políticas de ajuste de Cambiemos.
Uno cae aquí en la cuenta de que aquellos sectores golpeados siniestramente, y que siguen dando consenso al gobierno, constituyen un ejemplo claro de la sujeción y sometimiento aceptado como bandera-éxito de una misma supuesta libertad fetiche. De una movilidad social automática por voto. “Yo soy parte de Cambiemos. Porque pertenezco a esta clase, soy un hombre triunfo” (“aunque sus políticas y xenofobia amarilla me segreguen”).
Se entiende entonces el lugar del poder medial en esta estructura en las resignificaciones de las conductas de época. Es sin duda ello el éxito de los mecanismos de reproducción ideológica de los medios como parte del poder donde se ancla el triunfo de la batalla cultural conservadora. “Sí se puede” se convirtió en un mantra, así como en la metafísica gnóstica del “yo soy” del conde de Saint Germain. Durán Barba entendió, al igual que Hegel, que la realidad tiene sentido porque la pensamos. El problema irresuelto es cómo la pienso y el lugar del otro dentro de este contexto. Nos queda siempre el bastión irreductible de la inalcanzable y siempre cercana utopía como forma de lucha contra la tilinguearía supina de una #AgradeSelfie.
* Actividad propuesta al votante promedio de Cambiemos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Gobierno de la Ciudad por medio de una publicidad con pauta oficial a canales (La misma consiste en sacar una foto a quien te hace un favor callejero y subirla a la red)
** Asesor Honorable Cámara de Diputados, conduce junto a Atilio Borón y Raúl Noro la Fundación Universitaria Popular de Escobar