VAMOS A VOLVER

APUNTES MILITANTES

(Por Omar Zanarini* / Foto de Portada: Gabriela Manzo) Desde la asunción de Mauricio Macri a la presidencia de la nación hemos visto como, en nombre de la “democracia”, la “libertad” y el “cambio”, se avanza desarticulando todas las políticas de Estado que, durante los doce años del kirchnerismo, le dio al pueblo argentino una base económica, política y cultural desde donde asumirse como tal. Una campaña permanente de operaciones de prensa que amenaza con volver escéptica a una audiencia que, desde aquel 10 diciembre del 2015, viene escuchando en cadena nacional y en boca de periodistas (y hasta del propio presidente) que la última década fue una mentira. Sin duda, todo un esfuerzo de propaganda política anclados en los discursos de Posverdad que buscan, como efecto retroactivo, negar la experiencia viva del pueblo argentino y del propio derrotero del movimiento nacional que emergió, como producto del 19 y 20 de diciembre del 2001, recuperando las banderas históricas del campo nacional. La siguiente nota busca brindar, en esta primer entrega, algunas coordenadas que sirvan a la militancia para reencontrarse con el campo nacional y popular.


Un punto de partida: Lo Nacional

Dentro de toda comunidad nacional existen divisiones económicas, vallas culturales y puntos que aíslan a las diversas clases que integran al pueblo y a la nación en su conjunto. En tanto comunidad de cultura hay tensiones y antagonismos que se expresan según las clases sociales como concepciones divergentes de los distintos temas de agenda, pero que en términos políticos, en un país semicoloníal, se articula sobre la base de la cuestión nacional. El campo social entonces se fractura en dos, el Nacional y Anti-nacional, primer antagonismo.

Hacia adentro de una Nación las relaciones entre clases son relaciones de fuerza y en tanto tal su verdadera dimensión antagónica se despliega con toda su crudeza en tiempos de crisis, sean éstas económicas, sociales o políticas. En estos períodos cada clase concebirá la realidad nacional desde perspectivas diferentes. Cuando los intereses de la clase dominante se ponen en juego, los antagonismos se agudizan. Pero entre los integrantes de una Nación también existen puntos en común que hacen a la unidad desde la perspectiva de un todos. Todos nos emocionamos cuando juega la selección y pasan el himno argentino.

En nuestra joven historia como Nación, los momentos más prósperos que nos tocó atravesar fueron, sin duda, aquellos cuando el movimiento nacional asumió la conducción del Estado, haciendo propias las demandas populares y convirtiéndolas en políticas de Estado. En esa prosperidad la nación se rompió en dos mitades, siendo la nacional aquella que eleva al pueblo a un plano económico y cultural más alto (Yrigoyen, Perón, Néstor y Cristina ).

El antagonismo se revela entre los intereses de las clases rentísticas, vinculadas a la producción agro ganadera, al comercio exterior y a los sectores más vinculados al capital financiero internacional (oligarquía/imperialismo) y, por otro lado, las clases plebeyas encarnadas en un movimiento nacional que las reúne y conduce en pos de su felicidad.

¿Quién es la Patria?

Se evidencia que la vida y el movimiento de una nación se realizan a través de esas contradicciones encarnadas en clases, en partidos y en grupos que en períodos de democracia popular conviven a pesar de ese antagonismo de origen que funda al país semicoloníal: pueblo Vs Oligarquía/Imperialismo.  Sin duda es en esa convivencia con las clases antagónicas que el movimiento nacional funda su vocación democrática, al poner por sobre el conjunto los derechos y libertades. Basta con recordar el conflicto de la 125 para ver como las clases antagónicas al pueblo se complotaron contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en lo que fue el primer intento de golpe de Estado; y la reacción que desde el Estado se tuvo para con esos sectores golpistas.

En su dinamismo, cuando la correlación de fuerzas habilita al bloque nacional y popular a la dirección hegemónica de los destinos de la nación, la “Patria” vuelve como significante en donde su sentido último encauza con la historia de nuestro devenir amerindio u hispano criollo. Para la alianza plebeya que encarnó al kirchnerismo, la “Patria” siempre fue y se realizó en esa comunión con el “otro”.

El reconocimiento de alguien que, aunque diverso, es parte de un todo, de una totalidad también diversa y que es reconocida desde el Estado como sujetos con derechos, fundando allí la idea de comunidad: “La Patria es el Otro”. Esta noción de comunidad es la que da el sentido profundo de patria y permite a su vez que la historia se presente en constante movimiento a pesar de los conflictos. Durante los doce años de kirchnerismo el conflicto social buscaba superarse desde políticas de Estado que incluyeran al otro y se viera reivindicado en su demanda.

Como contraste vemos dos sentidos distintos a la hora de pensar la comunidad. En tiempos de gobiernos populares, el conflicto social se resolvía asumiendo desde el Estado las demandas populares postergadas y transformándolas en políticas públicas que incluían a los sectores afectados por el conflicto; en tiempos de gobiernos oligárquicos y entreguístas, todo conflicto social se lo resuelve negándolo. Es decir, la eliminación del conflicto mediante la eliminación del “otro”.

En contraposición de ese “otro” a incluir desde el Estado con justicia social, aparece como premisa “la patria somos todos”. Aquí el concepto “Patria” se mitifica o remite a un folclore sin conflicto y hasta donde el pueblo puede encontrar rasgos de su propia identidad (bandera, himno, tango, asado, Maradona, etc).  Es decir el “todos” se presenta como un elemento de igualdad, de pares; a la vez que elimina al “otro” o hace de él un enemigo potencial. 

La estrategia es hacer parecer el interés particular de las clases rentísticas en un interés de “todos”. En nombre de “todos” se le quitaron las retenciones al campo, a  la mineras; en nombre de “todos” llegaron los tarifazos; allí,  “todos” somo víctimas potenciales del “sinceramiento” o de la represión. “Todos Somos Nisman”.

A modo de cierre

A quince meses de asumir el gobierno de Mauricio Macri, no solo observamos como encarna los intereses de las clases sociales antagónicas al pueblo argentino en nombre de “todos”, sino que ademas, como fiel representante del bloque oligárquico, acciona políticas de Estado que deja atrás todo vestigio de justicia social. De modo tal que todos sus esfuerzos han ido en satisfacer las demandas particulares de los sectores rentísticos y concentrados de la economía, que durante los años de “populismo” fueron los “oprimidos”.

Un capitulo aparte merecen los medios de comunicación que hacen a la colonización de la subjetividad. Ellos son los verdaderos artífices y orquestadores de “La Patria Somos Todos”, militantes del ajuste y fogoneros de la entrega que presentan el interés particular de las clases oligárquicas en el poder como interés del pueblo en su conjunto. En ese mismo sentido, queda pendiente analizar los dispositivos que moldean hoy discursivamente el entorno social y construyen la imagen de Gobierno que utiliza el cinismo como característica de su dominación.

Cierre dos

Hoy la creatividad popular debe sin dudas tomar por asalto las trampas discursivas que pretenden sustituir la historia viva de los pueblos. Trampas que operan sobre los mitos de una supuesta argentinidad integrada al mundo pero que sin embargo niega la dependencia económica y el carácter semicoloníal de nuestra patria chica agro exportadora.  Si en el “todos” se esconde los verdaderos intereses de los saqueadores, es en el “otro” donde uno debe encontrar la posibilidad de un verdadero Frente de Salvación Nacional que nuevamente nos permita llegar a las elecciones unificados sobre la base de nuestras coincidencias y sin que las diferencias hagan a las postres del campo anti-nacional.


* Periodista. Radio Gráfica FM 89.3