(Por Alejandro Leguizamón) Miguel Ángel Pichetto salió del closet (¿?) con declaraciones de alto contenido xenófobo en una hábil, aunque evidente, maniobra para evitar dar explicaciones respecto de la aprobación del presupuesto nacional 2017. En tiempos de ajuste y reflujo neoliberal, cabe pensar que la economía no es lo único tembloroso en nuestra Patria. Por el contrario, tal pobreza recursiva, pone a temblar, también, los avances sociales culturales de los últimos años Argentinos.
¿Cuánta miseria puede aguantar la Argentina recibiendo Inmigrantes pobres?
Miguel Ángel Pichetto
Así, deformando a gusto y conveniencia una frase que el político francés, recientemente fallecido, Michel Rocard dijera en el año 2009. El senador nacional Miguel Ángel Pichetto (FPV), quien además preside el bloque del Frente Para la Victoria en el senado, dejaba atrás el debate sobre el presupuesto nacional argentino para el 2017 y su polémico rol en la aprobación del mismo, para pasar de un salto a legitimar con nuevos impulsos el reflujo restaurador, el pensamiento anti latinoamericano y los retrocesos culturales que corren en estos tiempos de nuestro país.
Frases como “El problema de la Argentina, es la Cultura Igualitaria” o “Argentina funciona como ajuste social de Bolivia y Ajuste delictivo del Perú” no hacen más que constituir una ferviente agitación al pensamiento retrogrado y xenófobo de un sector social minoritario, aunque existente, camuflado con ideas garabato de políticas migratorias siempre necesarias en el orden de lo que mal llaman: Proteger la soberanía nacional. Pero que hoy, tergiversadas, justifican la tremenda depresión y ajuste que está soportando el pueblo Argentino. Por supuesto, trasladando la responsabilidad de las decisiones políticas estatales a nuestros vecinos más cercanos.
Para variar, este tipo de expresiones configuran nuevos avances en la deconstrucción del sentido de pertenencia latinoamericana y nos confronta, inyectando odio, a la idea de integración.
“Es criminal, quien promueve una guerra que puede evitarse”
José Martí
Nada extraño es que este tipo de declaraciones afloren con mayor repetición en un contexto poco promotor de la autodeterminación nacional.
En estos casi doce meses de la alianza Cambiemos en el poder, hemos vivido pequeñas y sucesivas derrotas culturales que van configurando el cuadro más crítico y regresivo, al menos, en los últimos años de relativa impugnación neoliberal y avance social.
Por supuesto, el campo de la cultura no es el único que se ve dañado por semejantes políticas. Pero estas manifestaciones públicas tan deplorables, se ven alojadas en él y afectan en términos de producción simbólica para su retroceso constante.
¿Porqué la cultura?
Tanto de la transferencia de recursos desde los sectores trabajadores a los privados, que contempla el macartismo y la escalada represiva como metodologías de implementación de la receta -llave en mano- impuesta desde los grandes centros del poder transnacional. Como de las justificaciones carentes de argumentos lógicos que apelan a lo mitológico, e incluso a lo reaccionario, como único elemento de sostén. Está compuesta, también, la mencionada Batalla Cultural. Puesto que en ambos ejemplos se pone, hablando en criollo: el carro por delante del caballo.
Es decir, si no sabemos quiénes somos, difícilmente podamos tomar decisiones que aporten a reconstruir la soberanía nacional y Si negamos o tapamos, con relatos mitológicos nuestra propia identidad -la Sudamericana- y por ende, esquivamos la responsabilidad que conlleva asumirla, es bien posible que terminemos tomando los rumbos que nos dejaron, más de una vez, sumergidos en el fracaso rotundo.
Para nadie es un secreto que Pichetto, quien fuera otrora uno de los voceros de CFK, hoy busca distanciarse de la mayor cantidad posible de posturas vinculadas a la “pesada herencia” a fin de prevalecer, advenedizo, en la casta política.
Así mismo y en sintonía con las últimas declaraciones del senador en cuestión, cabe recordar los discursos negacionistas del ya renunciado, a fuerza de movilización popular, ministro de cultura porteño, Darío Lopérfido. Y las palabras del propio presidente de la nación, Mauricio Macri, reavivando la “Teoría de los dos demonios” y la “guerra sucia” que ponen en duda el Genocidio y el terrorismo de estado vivido en la Argentina en los años setenta durante el último golpe Cívico Militar en el marco, nada menos, que del Plan Cóndor.
“Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas”
Eduardo Galeano
Si hay certeza en estos tiempos de retroceso en materia de derechos ciudadanos, ha de ser, entre otras, que la cultura avanza igual. Aún sobre contradicciones.
Retomar el discurso xenófobo lejos está de poner en debate las falencias estructurales de nuestro sistema político partidario. Tal pobreza recursiva no es más que otro mito popularmente conocido como “La culpa es de los de afuera que vienen a robarnos el trabajo y a vivir del Estado”. Pero, contexto actual mediante, cabe preguntarse: ¿qué trabajo? ¿qué Estado?
Más allá de las evaluaciones, cuestionamientos y autocríticas, correspondientes y necesarias para reconstituir un proyecto capaz de volver a conquistar la confianza del pueblo Argentino. El intento de numerosos funcionarios por despegarse y atribuirle con este y otros mitos, al Gobierno anterior la responsabilidad completa de este cuadro social actual de pobreza, desempleo, desigualdad y exclusión a la orden del día, es contrafáctico. Mucho menos justificada es la incoherencia y el oportunismo de quienes usan sus lugares de poder, obtenidos por el voto popular, para reinstalar ideas de odio que abonan a la fragmentación de la sociedad.
Ciertamente, hemos avanzado mucho como para conformarnos con este tipo de argumentaciones tan atrasadas.
“Se piensa más, cuando peor se está”
Rodolfo Kusch
Sin dudas, para frenar este retroceso Social Cultural, Político y Económico, debemos volver. Y para hacerlo mejor que antes, ahora sí y más que nunca, es necesario impulsar el debate de la Cultura y de las Políticas Culturales al centro de la escena política contemporánea. Con ellas, lograremos los consensos necesarios que nos permitan establecer criterios para un buen ordenamiento de las variables macroeconómicas y para conducir el caballo de la Política a recuperar el camino de seguir construyendo una identidad nacional, nuestra, americana y genuina.
Una vez más, ante las bajadas de línea de los voceros y marionetas del odio, respondemos al unísono… ¡es la cultura! idiota.
(*) Coordinador del área Desarrollos Territoriales en el Movimiento Político Cultural Nuestramérica.