VAMOS A VOLVER

“¿A QUIÉN LE ESTÁN PEGANDO? SI LE PEGAN A LOS PIBES ME PEGAN A MÍ TAMBIÉN”

Esa fue la frase con la cual Cristina Fernández de Kirchner se retiró de la indagatoria, que le hiciera el Juez Federal Julián Ercolini, cuando las fuerzas de seguridad reprimían a quienes la esperaban sobre la Av. Antártida Argentina.

Por Juan Esteban Kirchner / Fotos: Cecilia Markic

Los Tribunales Federales de Comodoro Py amanecieron rodeados como si de una negociación en una toma de rehenes se tratase. Toda la manzana estaba custodiada por efectivos de la Gendarmería Nacional y de la Policía Federal. Un vallado inaudito cerraba el paso a todas las personas por Av. Antártida Argentina y Letonia en una clara señal de provocación. Sólo algunos periodistas ingresaron con las credenciales de prensa junto a Diputados o Senadores Nacionales, no así Provinciales, como fue el caso de Leandro Busatto (FPV-Santa Fé). Afuera también quedaron más de cinco mil argentinos que quisieron acompañar a la ex Presidente en su declaración.

Políticos, artistas y representantes sociales dijeron presente: Hebe de Bonafini, Axel Kicillof, Hector Recalde, Hugo Yasky, Oscar Parrilli, Eduardo de Pedro, Andrés Larroque, Teresa Parodi, Mariano Recalde, Martín Sabatella, Luis D´elia, Fernando Esteche, Mayra Mendoza, Juliana Di Tullio y Leopoldo Moreau entre otros. Y las agrupaciones que, desde muy temprano colmaron las inmediaciones fueron La Cámpora, Tupac Amaru, Nuevo Encuentro, Miles, Peronismo Militante, Los Descamisados, Martín Fierro, La Kolina, Forja, Peronismo Kirchnerista y Jauretche Quilmes.

Pasadas las 10 de la mañana, la propia militancia armó un cordón en plena calle para que pudieran ingresar los tres vehículos que trasladaban a Cristina y su custodia. Una vez adentro de los tribunales, el vallado se cerró y comenzaron las especulaciones gracias a los relatos que hacían quienes traían consigo alguna radio. La humedad que, en forma de gotas caía desde el cielo, hacía más pesado aún al ambiente.

La intención de armar una pequeña estructura de sonido e imagen para que Cristina pueda hablar con quienes hasta allí se acercaron, fue desechada desde el primer momento. El mensaje del Ministerio de Seguridad nacional era claro: Cristina lejos de su pueblo y las fuerzas de seguridad provocando… tirando de la soga. Una tensa soga que tiran y tiran hace casi ya un año. La única razón por la cual no se rompió, hasta ahora, fue justamente por un pueblo atento a los avances del actual gobierno, pero sobre todo respetuoso del voto popular.

Luego de la lectura del escrito presentado al Juez Federal Ercolini, donde pidió explícitamente la nulidad de la causa que la acusa de asociación ilícita y no respondió preguntas, Cristina Fernández se dirigió al cúmulo de periodistas y políticos que la aguardaban en un “corralito” improvisado para la ocasión. Allí, en ese ambiente hostil, aseguró que: “Es un disparate mayúsculo pretender que hubo una asociación ilícita liderada por el Ejecutivo con distintos funcionarios públicos. Es una maniobra formidable de persecución política que no es original, que también pasa en Brasil y tiene como foco al ex presidente Lula da Silva. Es una maniobra a nivel regional y acá obviamente del actual gobierno, que trata de tapar el desastre económico y social que hoy tiene la Argentina. Es una cosa que tiene que resolver la sociedad y eso se resuelve en elecciones”

“Yo quiero que se investigue toda la obra pública. El primo del Presidente fue el tercer adjudicatario de obra pública. En muchas obras fue asociado a Austral Construcciones. Yo no, sino Calcaterra”, lanzó. “Que se haga una investigación no sesgada. Es ridículo que en el cúmulo digan que se haga sobreprecio en una sola provincia, un solo distrito, una sola empresa”.

Mientras eso ocurría, a escasos metros de allí, vallado de metal y humano de Gendarmería Nacional mediante, más de cinco mil argentinos esperaban la salida de Cristina. Durante toda la declaración prepararon un camino para permitirle un retiro en paz, como suele ocurrir cada vez que hiciera presentaciones públicas.

Finalmente, en el estacionamiento de los Tribunales, Cristina se subió a su vehículo para retirarse. Fue en ese momento que la Policía Federal Argentina intentó romper aquel pasillo humano.  No existió razón alguna para semejante atropello. Bastones y escudos mediante embistieron contra las personas allí preparadas para saludar a su líder. Todo ocurrió ante la atenta mirada de Cristina que se bajó del vehículo y enfrentó la situación con los agentes de seguridad: “¿A quién le están pegando? ¿A los compañeros? Si le pegan a los pibes me pegan a mí también”, los uniformados se corrieron a un costado y emprendió la salida a pie, tratando de calmar un espacio-tiempo que estaba en su pico de violencia. Caminó unos cincuenta metros para volver a subir al vehículo y retirarse camino a Av. Libertador. El hostigamiento policial contra los argentinos había quedado atrás. Pero muy presente.

Un bochorno Nacional del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich. Una vergüenza nacional la de los medios de comunicación que, viendo la cantidad allí presentes, se podía suponer que algo escribirían al respecto de la violencia desmedida contra un pueblo angustiado. No… no lo hicieron y no lo harán. Pero, como dijera Cristina, pronto se verán obligados a hacerlo porque “no pueden tapar el sol con la mano”.