(Por Juan Esteban Kirchner) La misma semana en que volaron bolsos con dólares, Mauricio Macri visitó a su amigo, socio y colega, Juan Manuela Santos, Presidente de Colombia. Guiños mediante, una catarata de acuerdos con el país caribeño hace de Argentina uno de sus socios estratégicos del Conosur. No sólo enseñaremos a los colombianos a jugar al rugby, sino que también enviaremos tropas a sus latitudes. Sin embargo, gran parte de la conferencia de prensa, luego de la reunión entre ambos mandatarios, estuvo dedicada a la indignación del Presidente argentino por los dólares de López. Alguien nos avisó que, mientras nos pusieran novelas, por detrás pasarían elefantes.
La historia comienza el 23 de Noviembre de 2015, cuando ya electo presidente, en su primera conferencia de prensa, Mauricio Macri afirmara que durante su gestión estrecharía los vínculos con los países que conforman la Alianza del Pacífico: México, Colombia, Perú y Chile. Con la Presidente de Chile, Michele Bachelet, se reunión en el Palacio de la Moneda el 4 de Diciembre, 6 días antes de asumir. Al primer mandatario de Perú, Ollanta Humala, lo esquivó… pero fue el propio Macri uno de los primeros en felicitar a Pedro Pablo Kuczynski, flamante ganador de las elecciones en el país andino con una clara posición (no inclinación) hacia la derecha. Ahora fue el turno de “visitar” a Juan Manuel Santos… Falta México, no falta mucho.
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Todos los países nombrados mantienen Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, proyecto estratégico de Norteamérica que aquí se le dijo NO en el 2005 cuando, junto a Chávez, en Mar del Plata se gritó “ALCA al Carajo”. Divide y reinarás es la máxima y así fue. Los TLC son con cada país en forma individual pero entre ellos existe también la ya nombrada Alianza del Pacífico. Ese es el objetivo del actual gobierno Argentino: sumarse al pelotón que vive de las ofrendas gringas destrozando el mercado interno, claro. Pero el mundo no sólo son mercaderías… ¿O sí? También hay guerras, armas y sangre. Mucha. La historia de Occidente está escrita con guerras, las conocidas y las no tanto. El presente no pareciera vislumbrar otro horizonte. Si no veamos qué acuerdos se firmaron en Bogotá.
Argentina-Colombia
En la visita oficial a Colombia, Argentina firmó convenios de cooperación e inversión en industria, materias primas y hasta deporte: rugby, el preferido del Presidente. Pero lo llamativo es el convenio que se firmó en referencia al envío de militares argentinos al país tricolor. No está de más recordar que Colombia atraviesa hace más de 50 años un conflicto bélico interno de magnitudes incontables.
No hay registro oficial de la cantidad de muertos que ha dejado la “lucha contra la guerrilla” menos aún si consideramos que desde 1999 los marines norteamericanos están allí “luchando contra el narcotráfico” bajo la bandera del Plan Colombia (firmado por Andrés Pastrana y Bill Clinton en 1999). Guerrilla y narcotráfico: el combo perfecto para el mayor productor de armas del mundo.
El Plan Colombia (hace poquito rebautizado Paz Colombia por Barack Obama para justificar en el Congreso más envío de dinero) fue la estrategia legal para el ingreso norteamericano en Sudamérica, aunque, claro está que por esos años el plan neoliberal gobernó a todo el continente. Sin embargo, que el segundo presupuesto militar externo de Estados Unidos sea en el país que tiene costas con el Mar Caribe (salida directa al Océano Pacífico), con el Océano Atlántico y al mismo tiempo es la entrada o salida para Sudamérica y Centroamérica, pareciera ser más importante que la propia guerrilla o el narcotráfico. Es más, estas razones son el argumento perfecto para el uso de las 7 bases militares colombianas por parte de los marines. Por estas horas Paz Colombia es el hastag de moda… Pero eso no significa, en lo inmediato, el retiro de tropas norteamericanas de aquel país.
Volviendo a los acuerdos firmados el 16 de Junio entre Mauricio Macri y Juan Manuel Santos en Bogotá: La decisión Argentina de enviar militares para desminar zonas rurales es un hecho inédito en la historia reciente de nuestro país y un giro copernicano que vuelve a ponernos en los radares de los enemigos de Estados Unidos… o bien en los amigos íntimos. Recordemos los atentados en la embajada de Israel y en la AMIA, ambos aún no esclarecidos, durante la presidencia de Menem, gestión que mantuvo una gran cercanía y una clara determinación a lo que dictara el Departamento de Estado (algunos las llamaron relaciones carnales). Tener vínculos tan cercanos, como la cooperación militar, con los países alineados a, y con, el propio imperio, pueden traer consecuencias funestas y horrorosas como las nombradas.
Ambos atentados ocurridos en nuestro país, aún no se han esclarecido. La hipótesis más certera en cuanto al atentado a la AMIA es que ha sido una implosión y no una explosión como nos intentaron de convencer los medios de turno. Lo que significa que la, o las, bomba (s) fueron puestas desde adentro: todo un símbolo.
No hace falta el ataque de grupos “terroristas” para perpetrar un atentado que luego justificaría y argumentaría cualquier “defensa” en caso de o simplemente por la “amenaza” latente. Sino que adentro del propio país pueden estar las “bombas” para justificar, luego, cualquier intromisión extranjera o bien el incremento de presupuesto a las fuerzas de seguridad internas en la lucha “por la paz”.
Lo descripto más arriba sobre Colombia es un claro ejemplo: la violencia y la cantidad de muertos desde el Plan Colombia no han disminuido, más bien todo lo contrario, y los desplazados se cuentan por millones durante los 26 años de la “guerra contra el narcotráfico y la guerrilla”.
Argentina-Colombia-Estados Unidos
Por estas horas, en Chile, se está llevando adelante la XI Cumbre de la Alianza del Pacífico. Argentina participará allí con toda su delantera: el propio Presidente, el Ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay, la Canciller Susana Malcorra y el Secretario de Comercio Miguel Braun. Una cumbre que, sumada a los acuerdos bilaterales con Colombia, pone a Argentina nuevamente en la mirilla de varios, incluso de propios. Estados Unidos bien sabe de autotentados… tanto que hasta los logra “gemelos”. Atentados que, en todos los casos, sirvieron para luego justificar más armas, más represión, más “seguridad” a favor de unos pocos.
Muy lejos, pero muy lejos, quedó la foto de Néstor juntado posiciones y, verdaderamente, pacificando lo que podría haber sido una masacre. Fue en Santa Marta, en agosto de 2010, que el ex Secretario General de la UNASUR juntó a dos mandatarios que parecía se habían jurado la guerra eterna (Juan Manuel Santos y Hugo Chávez, el primero acusó ante la OEA que Venezuela era lugar de refugio de guerrilleros colombianos). No solo los juntó sino que a partir de ese histórico encuentro restablecieron sus relaciones diplomáticas y levantaron las barreras que habían puesto en sus fronteras a partir del conflicto. Hoy el panorama es otro, completamente distinto. Las barreras que se levantaron entre Argentina-Colombia-Estados Unidos son las comerciales y las militares. Las consecuencias son imposibles de medir, pero lo que sí está claro es que estamos nuevamente en la mirilla como compradores de espejitos de colores… y de fierros. Las consecuencias de ello las podemos medir mirando cualquier estadística de los países que forman parte de la Alianza del Pacífico: Violencia y hambre.